JOHANNESBURGO, Sudáfrica.- Su nombre es un símbolo de la lucha por
la libertad y la igualdad racial. Y su legado plasmado en su cruzada
contra el apartheid, que le costó 27 años de encarcelamiento, vivirá por
siempre.
Nelson Mandela, el estadista y premio
Nobel de la Paz, no es una luz que se apaga, sino una antorcha
encendida que arde en el corazón de sus seguidores y de miles de
personas en el mundo que enarbolan la bandera de la libertad.
“Yo
no tenía una creencia específica, excepto que nuestra causa era justa,
era muy fuerte y que estaba ganando cada vez más y más apoyo”, esta
frase, emitida como parte de su discurso de despedida al dejar el cargo
como presidente de Suráfrica en 1999, sin duda resume el ideal de un
hombre que se entregó en cuerpo y alma para perseguir un ideal
colectivo.
Su vida
Mandela
nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, un poblado de 300 habitantes
cerca de Umtata en el Transkei. Su lucha por los derechos de su pueblo
comenzó temprano, cuando renunció a su derecho hereditario a ser jefe de
una tribu xosa para convertirse en abogado. Persiguiendo ese sueño de
instrucción, al culminar la secundaria se fue a estudiar al Colegio
Universitario de Fort Hare donde obtuvo su título de Bachiller en Artes.
Ahí fue elegido miembro del Consejo de
Representantes
Estudiantiles y fue expulsado junto con un compañero, por participar en
una huelga estudiantil. Se trasladó a Johannesburgo, donde en 1941
completó sus estudios de bachillerato por correspondencia en la Unisa.
Luego estudió derecho en la Universidad de Witwatersrand, donde se
graduó, en 1942, como abogado.
Lucha por la libertad
En
1944 ingresó en el Congreso Nacional Africano (ANC), un movimiento de
lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. En 1948 llegó al
poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que institucionalizó la
segregación racial creando el régimen del apartheid. Durante esta época,
Mandela y el abogado Oliver Tambo dirigen un despacho de abogados que
proporciona consejo legal de bajo costo a negros.
En
1962 fue arrestado y condenado por sabotaje, además de otros cargos, a
cadena perpetua. Estuvo 27 años en la cárcel, la mayoría de los cuales
estuvo confinado en la prisión de Robben Island. Mandela fue el
prisionero número 466/64, esto es que fue el preso número 466 en 1964 en
la isla de Robben, durante 17 años en precarias condiciones.
Posteriormente
pasaría otros 10 años más en otras dos prisiones diferentes, sumando
una pena total de 27 años. El gobierno de Sudáfrica rechazó todas las
peticiones de que fuera puesto en libertad.Durante su tiempo en prisión,
se convirtió en la figura más conocida de la lucha contra el apartheid
en Sudáfrica. Pese a que el régimen del apartheid y las naciones aliadas
a este lo consideraron junto al Congreso Nacional Africano como un
terrorista, su lucha fue íntegra.
En prisión,
él y otros privados de libertad realizaban trabajos forzados en una
cantera de cal. Las condiciones de reclusión eran muy rigurosas. Los
prisioneros fueron segregados por raza y los negros recibían menos
raciones. Los presos políticos eran separados de los delincuentes
comunes y tenían menos privilegios. Mandela, como prisionero del grupo
más bajo de la clasificación, solo tenía permitido recibir una visita y
una carta cada seis meses.
Las cartas, si
llegaban, eran a menudo retrasadas durante largos períodos y leídas por
los censores de la prisión.Mientras estuvo en la cárcel Mandela estudió
por correspondencia a través del programa externo de la Universidad de
Londres, obteniendo el grado de Licenciado en Derecho. Fue nombrado para
el cargo de rector de la Universidad de Londres en las elecciones de
1981, pero ganó la princesa Anne.
En marzo de
1982 el estadista fue transferido de la isla de Robben a la prisión de
Pollsmoor, junto con otros altos dirigentes del ANC: Walter Sisulu,
Andrew Mlangeni, Ahmed Kathrada y Raymond Mhlaba. Se ha especulado que
se trataba de eliminar la influencia de estos líderes en la nueva
generación de jóvenes activistas negros encarcelados en Robben Island.
En
febrero de 1985 el presidente Botha ofreció su liberación condicional a
cambio de renunciar a la lucha armada. Mandela rechazó la oferta,
haciendo un comunicado a través de su hija Zindzi diciendo: “¿Qué
libertad se me ofrece, mientras sigue prohibida la organización de la
gente? Solo los hombres libres pueden negociar. Un preso no puede entrar
en los contratos”.
En 1988 fue trasladado a la
prisión Víctor Verster, permaneciendo allí hasta su liberación el 11 de
febrero de 1990 durante el mandato del presidente Frederik Willem de
Klerk, que sustituyó a Botha, quien había fallecido de un infarto.
Presidencia
Luego
de su liberación, Mandela lideró a su partido en las negociaciones para
conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, que consiguió en
1994 con las primeras elecciones democráticas por sufragio universal. El
Nobel ganó las elecciones convirtiéndose en el primer presidente de
Sudáfrica en ser elegido por medios democráticos. Gobernó Sudáfrica de
1994 a 1999, dando prioridad a su reconciliación.
El
último día de su mandado presidencial en junio de 1999, en un artículo
publicado en diario El País de España, Mandela dijo que el camino hacia
la reconciliación atañe a todas las facetas de la vida.
“Para
la reconciliación es necesario desmantelar el apartheid y las medidas
que lo sustentaban. Es necesario superar las consecuencias de ese
sistema inhumano que pervive en nuestras actitudes hacia los demás, así
como en la pobreza y desigualdad que afecta a las vidas de millones de
personas”, escribió.
Instó además a los
sudafricanos a recordar ese terrible pasado para poder enfrentarse a él,
“perdonando lo que haya que perdonar, pero sin olvidar. Al recordar
podemos asegurarnos de que esa falta de humanidad nunca nos volverá a
separar, y podremos erradicar un peligroso legado que aún nos acecha,
amenazando a nuestra democracia”, manifestó.
Después
de haber recibido más de una centena de premios por más de cuatro
décadas, Mandela ha sido un hombre que ha vivido cada día como si fuera
el último.“La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo
que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede
descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto,
dormiré por toda la eternidad”.
FUENTE: la gaceta