Correspondencia (1951-1955)
(Artículos de Emir Rodríguez Monegal, Carlos Real de Azúa y David Viñas)
4
Nota preliminar
I
Las cartas intercambiadas entre Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994) y Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920), estaban en poder del último. En noviembre de 1998 Benedetti nos las entregó a fin de que fueran depositadas en el Programa de Documentación en Literaturas Uruguaya y Latinoamericana (PRODLUL), de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, donde se conservan. Durante todos estos años, dos precauciones tomó el ahora célebre autor de Poemas de la oficina: 1) preservar en excelente estado los originales que le remitiera Onetti, desde Buenos Aires a Montevideo; 2) guardar una copia en carbónico de sus propias cartas.
Esta ida y vuelta del canje epistolar no sólo completa el diálogo entre dos escritores fundamentales en un período clave para la literatura rioplatense, sino que asigna a estas piezas un inestimable y raro valor. Primero, porque no es fácil encontrar el circuito de comunicación entero; segundo, porque hasta ahora casi no se han dado a conocer textos de este tipo, de uno u otro. Aún más, a seis años de la muerte de Onetti, no se ha recogido en volumen nada de su correspondencia. Tercero, estas cartas no poseen espesor confesional, en ellas sólo se discute sobre literatura o sobre la vida literaria; por último, la cuidadosa calidad de su escritura expresa una firme conciencia compositiva, la manifestación del placer por el texto más allá de la perentoria comunicación de un mensaje.
La tarea de reconstrucción de ese diálogo se vio facilitada en la medida en que todas las cartas fueron mecanografiadas con prolijidad, a un espacio, sin tachaduras ni borrón alguno. Sólo la firma de los respectivos corresponsales es manuscrita, la cual no existe en las copias guardadas durante tanto tiempo por Benedetti, puesto que sólo rubricó el original remitido a la otra orilla. El lector encontrará en las sesenta notas al pie una serie de aclaraciones, desde la simple descripción del documento hasta la explicación de algunos mensajes algo cifrados y que se desentrañaron luego de revisar las marcas contextuales. Salvo las cartas 2, 7 y 9 -las tres de Mario Benedetti-, las demás carecen de fecha exacta. Faltos de los sobres en que viajaron -y de su correspondiente matasellos- no puede determinarse con exactitud el día y el mes en que se despacharon. Pese a esto, en todos los casos se pudo ubicar con mínimo margen de error el año y hasta el mes en que fueron escritas cada una de las cinco epístolas sin data. Una elocuente ironía disparada por Onetti circula en varias comunicaciones: un día la escritura privada se hará pública, se escribe hoy no tanto para decir algo al interlocutor sino para la "gloria". Se escribe para que en el futuro "los cuervos del Instituto de Investigaciones" escudriñen, cubran de bronce, tergiversen las rectas intenciones del creador, según bromea Onetti a principios de 1952 (Carta 4). Con el mismo espíritu lúdico y con no menos ironía, dirá poco después: "No le escribo a usted, sino a la Patria. (Calcule, de aquí a cien años, a los diez de mi muerte, el brillo o punta que pueden sacarle a la frasecita ésa los muchachos del Instituto" (Carta 6). Pudo haber sido más optimista en sus cálculos, porque menos de medio siglo después, y a un lustro y poco de su muerte, se procura sacar alguna "punta" a las frases, socarronas (y no tanto), de este Onetti que, en el fondo, reclamaba perdurar y ser reapropiado como escritor uruguayo.
Para completar el cuadro se incluyen aquí tres artículos que en aquellos años rodearon el diálogo entre los dos escritores: una entusiasta reseña de Los adioses, por Emir Rodríguez Monegal, publicada en Número; otra menos conocida (y más vitriólica) del argentino David Viñas, aparecida en Contorno, de Buenos Aires y, por último, una breve y equilibrada nota de Carlos Real de Azúa sobre el volumen Esta mañana, divulgada en Escritura. La primera está mencionada expresamente en la última carta de Benedetti; las demás se omitieron en la correspondencia, aunque por cierto no fueron ignoradas por los respectivos autores.
II
La cartas van de una orilla a otra del Plata a lo largo de cuatro años exactos: entre la primera mitad de 1951 y el 18 de abril de 1955. Cuando Onetti mandó de Buenos Aires a la capital uruguaya la primera de sus notas, hacía una década que se encontraba radicado en Argentina. Cuando recibió la última que le enviara Benedetti desde Montevideo, faltaba muy pocos meses para que regresara al país de origen. Por eso el epistolario se interrumpe, ya que a partir de mediados del 55 la convivencia en la misma ciudad permite comunicarse en forma más inmediata y directa, si es que eso se llevó a la práctica.
Por entonces, Carlos Maggi y Manuel Flores Mora presentaron a su maestro Onetti al presidente de la República, Luis Batlle Berres, quien lo llevaría a trabajar como redactor del diario Acción, y después le conseguiría en la Intendencia Municipal de Montevideo el cargo de Director Extra/18, en la Dirección de Artes y Letras (División Bibliotecas). En esa repartición pública se desempeñó desde el 2 de abril de 1957 hasta el 4 de marzo de 1975, salvo los meses en que estuvo detenido por la dictadura. Ese día renunció para salir rumbo a España, de donde nunca más volverá. En Madrid se reencontrará con un Benedetti también exiliado, de quien llegó a ser casi vecino, ya que alcanzaron a vivir a poco menos de quince cuadras. Y aunque Onetti no salía de su apartamento, Benedetti llegó a visitarlo allí en más de una ocasión, sobre todo en los últimos años. Quizá no se frecuentaron demasiado en Montevideo, entre 1955 y 1974 (año en que Benedetti se vio obligado a salir del país) ni en la primera etapa del exilio (1974-1980), pero en ese lapso Benedetti escribió varios artículos sobre la narrativa onettiana, reconociéndola siempre como una de las mayores obras de esta América. Las notas -hasta el golpe del 73- aparecieron en publicaciones periódicas de Uruguay y de otros países latinoamericanos, y fueron recogidas en libro. El último episodio de esa relación literaria ocurrió en Madrid, en marzo de 1993, cuando Benedetti fue uno de los que presentó la última novela de su amigo: Cuando ya no importe.
En el remoto 1951 Onetti tuvo la iniciativa epistolar. Pero el establecimiento del contacto lo procuró el escritor que residía en Montevideo, quien le envió un ejemplar de su libro Marcel Proust y otros ensayos, publicado aquel año. La respuesta desde Buenos Aires no demoró mucho, porque Onetti tenía una verdadera avidez por estar en diálogo permanente con los jóvenes uruguayos (a quienes llevaba más de diez años), sobre todo los que hacían la revista Número: Idea Vilariño -con la que más tarde tendrá una relación sentimental-, Emir Rodríguez Monegal, Manuel A. Claps, Sarandy Cabrera y, desde luego, Mario Benedetti. Necesitaba estar al tanto de las novedades literarias uruguayas. En Argentina pudo publicar tres novelas, la primera y la última en editoriales prestigiosas: Tierra de nadie (Losada, 1941), Para esta noche (Poseidón, 1943), La vida breve (Sudamericana, 1950). Había llegado a ese gran mercado con la única credencial de un librito impreso en papel de estraza, El pozo (Montevideo, Imprenta Stella, 1939), un relato que pocos leyeron a excepción de los citados jóvenes. Pero Onetti no encontró demasiado eco en la crítica argentina, ni siquiera entre los animadores de la nueva e influyente Contorno -como lo prueba la nota de Viñas-, mientras que en Montevideo recibía fundados elogios de Rodríguez Monegal en Marcha y en Número -y antes aun de Carlos Martínez Moreno en Alfar-, así como la silenciosa (u oralizada) admiración de tantos otros. En 1951 se sumará Mario Benedetti con la redacción del prólogo a la compilación Un sueño realizado y otros cuentos, editada por Número, una de las motivaciones de esta correspondencia. Además, la relación de Onetti con los compatriotas de su edad era muy limitada, por lo menos carecía del grado de homogeneidad que ostentaban los escritores reunidos en torno a una serie de revistas e instituciones literarias uruguayas (Alfar, Meridión, AUDE), todas ellas muy castigadas por la 'generación del 45' (ver Carta 7). Cuando estableció su vínculo con el narrador residente en la otra orilla, Benedetti apenas pasaba los treinta años de edad, pero ya daba muestras de la prolífica actividad que hasta hoy lo caracteriza. Hacia el inicio de 1951 había publicado dos recopilaciones de ensayo (Peripecia y novela, 1948; el mencionado Marcel Proust...), un volumen de cuentos (Esta mañana, 1949) y dos títulos de poesía de los que, sintomáticamente, no hay el menor rastro en este diálogo: La víspera indeleble, 1945 (del que pronto abjuró) y Sólo mientras tanto (1950). Se encontraba, en suma, en el punto de partida de su vertiginosa carrera literaria, aunque estaba muy lejos de ser el actual escritor internacional y de masas. Es más, ni siquiera había conseguido eco en Buenos Aires, según puede advertirse en la última de las comunicaciones enviadas a Onetti:
Tengo la santa intención (y he preparado el mamotreto) de ofrecer a alguna editorial argentina un volumen de cuentos. Son 15 o 16, la mayoría inéditos, bajo el título y el tema común de Montevideanos. Llevo 7 libros publicados y humildemente debo confesar que estoy podrido de costear mis ediciones (Carta 9).
Con estos antecedentes y, sobre todo, con un conocimiento mutuo que sólo se daba por escrito, los asuntos sobre los que hablan no pasan la raya de lo 'público', salvo cuando se trata de proyectos personales. Entre el 51 y el 55 Onetti escribe y publica su novela Los adioses (que dedicará a Idea Vilariño), sobre la que deja caer algunas frases en esta correspondencia; también intenta otros libros que nunca publicará, por lo menos con los títulos y las formas definidas en la última de sus cartas (Todos nosotros y Pie de página). Durante la misma etapa, Benedetti redacta y publica su primera novela (Quién de nosotros, 1953), sigue haciendo crítica para la revista Número y escribe el libro de cuentos que lo colocará en el primer plano de los nuevos narradores rioplatenses: Montevideanos (1959). Fuera de esto, que no es poco y es lo medular, no había nada privado que tratar entre quienes tuvieron un primer y fugaz encuentro personal a comienzos de los cincuenta en una cervecería del Parque Rodó, según testimonios de Benedetti y de Idea Vilariño. Sólo hablan de literatura -en general de la propia- en un sincero y despojado intercambio de opiniones. Hablan de Número y del semanario Marcha, de la provinciana pero activa vida literaria de Montevideo, de algunas obsesiones, del presente y del futuro.
Hay cosas definidas con nitidez y que desmienten algunos lugares comunes sobre uno y otro escritor. Por ejemplo, la repetida imagen de que Onetti se niega a ingresar en el 'escalafón' y se mueve al margen del mundo, cuando en rigor desea, por la negación -o ad absurdum- la "gloria" postrera, como puede verse en los comentarios sobre el Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios, que revelan cierta sorpresa (y ansiedad) ante los criterios hermenéuticos empleados en ese servicio; busca, incluso, la pequeña e inmediata celebración -eso sí, acompañada de una retribución en metálico- aspirando a ganar el premio del Ministerio de Instrucción Pública. Por otra parte, contra la imagen cercana de un Onetti ermitaño, encerrado en una pieza y ensimismado, hay un escritor aún joven -que oscila entre los 42 y los 46 años- que sabe dialogar con alguien más joven, quien lo respeta sin la previsible veneración que podría llegar de otros, un escritor que participa de la vida cultural, un poco al sesgo, pero que está muy presente aun estando ausente del territorio uruguayo. Benedetti silencia su actividad como poeta. Esto quizá se deba a que los términos del diálogo se hacen con arreglo a la narrativa y el ensayo, tal vez porque considera que Onetti tiene una dudosa 'autoridad' en el género, o una escasa afinidad. Como sea, cifra todas sus esperanzas en convertirse en narrador "definitivo":
Me gusta hacer crítica, pero más, mucho más, me gusta hacer cuentos. No sé si me importa demasiado si haré algún ensayo definitivo de 300 páginas, pero sí me importaría hacer un cuento definitivo de 5, 10 o cualquier número de páginas (Carta 2).
III
Basta leer sólo una página, un solo párrafo de uno y otro autor para notar las enormes diferencias entre ambos, la singularidad de cada uno. En las cartas comparecen opiniones coincidentes. Los dos conciben, en un sentido muy 'moderno', la separación de funciones: hay narradores por un lado y críticos por otro (Rodríguez Monegal parece ser el modelo uruguayo para los dos); hay buenos y malos escritores; se puede uno entrometer en diversos ejercicios pero siempre habrá una 'verdad' última y honda. Onetti entiende que su destino es el de novelista y cuentista, por lo que se rehúsa a entregar una visión crítica sobre Céline, con quien, evidentemente, no quiere que se lo filie en exceso. Benedetti aspira a convertirse en un narrador y si hace crítica sólo es porque le atrae como una forma subsidiaria de la narrativa, una tarea más del escritor-lector, una versión del "poeta-crítico" que imaginara T. S. Eliot. La práctica de la ironía es otra nota común, aunque con diferentes matices. En Onetti adquiere densidad y elegancia que sirve de estímulo para el otro corresponsal, más afecto al retruécano, la broma punzante, la superposición de la lengua 'culta' con la 'popular'. El humorismo ligero o ingenioso de Benedetti concurre en su prosa de ficción (algo muy aplaudido por Onetti) y, poco después, podrá ser explotado en los artículos que firmó con el seudónimo Damocles en Marcha y en Peloduro.
Existe, más allá de las ideas básicas compartidas, una fuerte distancia entre los dos escritores. Hay una mirada muy crítica de Onetti hacia la concepción del libro de cuentos sin organicidad y de estructura miscelánea, una condena del mero "juego" que oculta o impide la expresión del pensamiento del autor (a propósito de Esta mañana); está la sospecha sobre el relato que sólo se rige por exigencias formales o "intelectuales" (acerca de Quién de nosotros). Por su lado, Benedetti rechaza la narración ambigua y nebulosa, que esconde o encubre la nítida lógica de los acontecimientos relatados (eso en relación a 'María Bonita' o 'La casa en la arena'). Quizá la mayor disidencia tenga que ver con la visión del mundo que producen las ficciones. Onetti reprocha, al pasar, en una carta de comienzos del 52, que en Esta mañana "la totalidad de los cuentos está chorreando exasperación y un poco de odio" (Carta 4). A su corresponsal no le pasa inadvertida esta señal: "Acerca de la exasperación y del odio, ya hablaremos. Pero no son inventados. Hay mucho de la vida prójima que huele mal y no puedo evitar que la nariz literaria se me frunza" (Carta 5).
No se habla de política. La ausencia podrá no sorprender a los lectores de Onetti -salvo del último-, pero sí a quienes conocen a un Mario Benedetti radical y engagé. Pero esa preocupación sobrevendría luego del triunfo de la Revolución cubana, en 1959, y con la paralela y simultánea erosión de la democracia uruguaya. Con todo, puede haber un atenuante: la censura. El gobierno peronista restringía el pasaje hacia Uruguay -donde se habían refugiado los enemigos del régimen- y sus controles autoritarios también afectaron la correspondencia. De todas formas, tanto uno como otro preferían transitar por un mundo de referencias y de interferencias literarias que les pertenecía más que cualquier otro y en el que ya estaban instalados con plena y legítima comodidad.
Pablo Rocca
CORRESPONDENCIA
1
[Mayo o junio de 1951]
Amigo Benedetti:
Hace tiempo que quiero agradecerle el M. P.1 y and etcétera. El momento es propicio; estoy solo y estoy desvirginizando una Royal. Le desconfiaba porque con la excepción de un alemán que se llama Curtius o algo parecido todo lo que he leído sobre Marcelo es una remolienda. Se me ocurría que ya no había nada para extraerle al pobre tipo; pero usted lo hizo. Estoy seguro de que mi entusiasmo no se origina en sus sonrisas o en que usted haya hablado en mi presencia del "estilo" de La vida breve; lo hice leer por gente difícil y hasta por snobs y todos fraternizamos. Le tenía guardada la confesión de que Esta mañana no me gusta; son cuentos que es necesario escribir pero no publicar. En el plano de lo que se llama creación usted tiene -hasta la fecha, hasta donde yo conozco- mucha habilidad y, en pedazos, talento. Pero el estamañanismo no resulta porque es falso, es juego. Si protesto es porque cuando juego a ese juego me juego del todo; usted no lo hace y, pa qué hablar, usted sabe mejor que yo que no lo hace. Ahora bien: consejos pedantes y fanáticas profecías: usted hará ensayos, que le dicen, y alguna vez hará alguno definitivo, de 300 páginas, rehuyendo la facilidad de la nota que no es más que un apunte para trabajo futuro. ¿Por qué no la liquidación de Proust, el tipo más importante en la novelística del siglo y sin embargo terminado? ¿Y por qué está terminado? Otra cosa que le propongo con animus jodiendus: la ampliación de los publicados apuntes sobre grupos y peñas. Sería muy bueno, estoy seguro. Lo de animus etc. va porque estamos lejos y usted puede haberse olvidado y creer que soy capaz de aconsejar en serio. Simplemente, me parece que usted puede hacer grandes cosas con ese tipo de cosas. Y profetizo que, después, usted incurrirá más, para mí, peligrosamente en lo que Borges ordenó llamar ficción. Porque uno de los aspectos de la joda está en que no se puede hallar competencia considerable en el terreno de escribir novelitas; si uno se deja endulzar por la vía libre existente en la cuenca rioplatense está perdido. Todo esto es buen motivo para que usted me brulotee en la más oportuna y próxima ocasión; pero, de todos modos, lo va a descubrir, no podrá hablar mal del todo de mí. Cuando esté problemático y podrido, escríbame y juro contestarle. Dígale a Sarandy que estoy completamente de acuerdo con la crítica de Homo ciudad2; sé que hubo ataque por el lado de Asir. Explíqueme por qué no apareció comentario de LVB3 en Marcha, ausencia que me hiere sentimentalmente: yo la hice, Marcha, durante años y desde el primer día. Presiento que la explicación verdadera será cómica4. Si ve a Idea, dígale que me debe dos libros suyos, de ella, y que es maravillosa5. Estoy un poquito borracho desde el principio de la carta; pero sé lo que digo6. Perdóneme la facilidad de los punto y coma, y coloque las comas que faltan. Otrosí: me deben el Nº 12 (o 12-13-14-15) de Nº. Mándelo y cóbrenlo de los derechos de autor de Prepara J. C. Onetti Sueño realizado y otros cuentos7. En: Raquel O. de Gil, Veracierto 1532 (5-2594) hay empaquetado un montón de El pozo esperando vendedores al 50 o 40%.8 Agregue saludos a Claps, alias la bondad invisible9.
Onetti
2
Montevideo, 23/IX/1951
Amigo Onetti:
Afortunadamente su carta no tenía fecha. Así puedo ignorar cuántos meses hace que estoy en mora10. Podría alegar que, de acuerdo a su consejo, estuve esperando hallarme problemático y podrido, pero la estricta verdad es que le había prometido dos cosas y no quería escribirle con saldo deudor. Ahora ya he transportado en el Volkswagen -así se llama la carrindanga que me compré; soy el único de los propietarios montevideanos que pronuncio correctamente el nombre- los Pozos desde Veracierto a lo de D'Elía11, y también está listo el prólogo de Sueño realizado12 y Bienvenido Alsina13 me parecen de lo mejor. Los otros dos me gustaron un poco menos, pero de cualquier modo no lo pude brulotear14. Sobre SR arriesgué una interpretación acerca de la cual no estaba muy tranquilo, pero el controvertido ERM -tipo que, desde cierto ensayo aparecido en Número, se ha transformado en autoridad máxima en narrativa onettiana15- opina que aun en el caso de no coincidir con las intenciones del autor, ha sido conseguida por medios legítimos. Claro que ahora el intranquilo será usted.
De sus profecías acerca de MB, no sé nada en concreto. De todos modos, gracias por su interés sobre mi MP y su difusión entre los snobs y la gente difícil16. Puede ser que me vaya convenciendo de que soy un pasable crítico de los otros y un pésimo, un alfaresco17, un comprometido crítico de mí mismo. Francamente, no me haría gracia. Me gusta hacer crítica, pero más, mucho más, me gusta hacer cuentos. No sé si me importa demasiado si haré algún ensayo definitivo de 300 páginas, pero sí me importaría hacer un cuento definitivo de 5, 10 o cualquier número de páginas. Usted dice que el estamañanismo es juego, es falso, que no me juego del todo y que lo sé mejor que nadie. No niego que el estamañanismo sea mediocre; más aún, lo veo mediocre por muchos lados y ninguno de mis cuentos me ha dejado conforme. Pero niego que para mí sea un juego (especialmente, en 'Idilio', 'Como un ladrón', 'La vereda alta') y menos aún que yo lo sepa mejor que nadie. Además, como usted profetizaba, he reincidido: terminé una short story o nouvelle o simplemente novelita -se llama 'El último viaje'- y dos o tres cuentos cortos que probablemente reuniré en un volumen18. No quiero que imagine que tengo demasiados resentimientos y cosquillas; como crítico, me revientan los tipos susceptibles que se ofenden ante cada dudador de su presunta genialidad. Simplemente, que los cuentos me importan, que no juego con ellos sino que trato de hacerlos en serio. De modo que si son mediocres o estúpidos u horribles, soy en realidad mucho más culpable y menos lúcido de lo que usted imagina. Y sepa que no descarto en absoluto que sea ésta la única verdad, porque usted es un lector inteligente, un lector crítico, y su opinión importa y además coincide, lo confieso, con la de otros lectores críticos e inteligentes.
Y a otra cosa: ¿Qué le viene pareciendo Número? Proyectamos sacar en 1952 una entrega doble o triple -es decir, tan gordo como el del 900- sobre Existencialismo (filosofía y literatura). Por mi parte, la emprenderé con Kafka y Dostoiewsky.
Leímos su María Bonita19. Parece bueno pero poco independiente. Presiento que el lector se quedaría en ayunas. En 'El Señor Albano' también se quedaba un poco, pero podía atribuirlo a oscuridad deliberada20; aquí en cambio es evidente que se trata de un fragmento de novela.
Lindo revuelo ha armado la nota de Alsina. Hay quien cree que es mejor que la de Emir. Hay quien opina que es una guarangada. Creo que más bien es lo último y le dije a Alsina que era la primera vez que lamentaba no escribir más en Marcha -a raíz de un antiguo lío con Quijano- porque era difícil resistir la tentación de hacerle varios goles con las pelotas que dejó boyando. Además, es evidente que no alcanza haber leído todos los libros de Onetti para escribir sobre una novela, aunque ésta sea casualmente de Onetti21. Bueno, se me acabó la cuerda. No se olvide que juró contestarme; por mi parte le aseguro una respuesta rápida, no como esta vez.
Benedetti
3
[Octubre de 1951]22
Amigo Benedetti:
Habrá que conversarlo personalmente para que se aclare. Creo que hay algo indiscutible: los cuentos de Esta mañana tienen, casi cada uno, técnica distinta, 'sensibilidad' distinta, distinto enfoque de la vida. Es seguro que me hubiera gustado si los hubiera leído por separado. Recuerdo que cuando vi 'El presupuesto' en Número23, me pareció muy bien hecho, aunque no era 'mi cuerda'. La objeción que hago es que el conjunto no me deja saber quién es usted. Ya hablaremos, espero, porque una semana de éstas tendré que ir por Montevideo. Tengo muchas ganas de leer el prólogo a Sueño Realizado (sic), enterarme de su interpretación de los símbolos que aseguran que existen. En un final de 'capítulo' de El Pozo se habla de "las violadoras de niñas"; debe ser "los violadores". Aunque tal vez el aviso llegue tarde y la edición se haya agotado24. Felicítelo a Claps por los votos para el premio estímulo; esperamos que este feliz acontecimiento lo ayude a perseverar. ¿No está por salir un Nº? Debo presentar mi formal renuncia al cargo de comentador de Céline para el Número existencial; tengo mucho respeto por las disciplinas que me son ajenas, no quiero publicar un "trozo de ficción" con el nombre de crítica25. Pero quedo a las órdenes para lo que pueda ayudar; tal vez deseen pedir colaboración a alguien de Baires. Ustedes dirán. Esta tarde me siento feliz y muy perezoso.
Pero esta mañana, no; se me vino arriba una cantidad de trabajo, traducciones sobre el arte de anunciar y vender, sobre televisión y cualquier cosa. Esta carta se interrumpió hace días, como 15, y me ha sido imposible escribir una línea a nadie. Como siento que se la debo, trato de concluirla y mandársela. El viaje a Monte se postergó; será para el verano. Hablando de otro, la intuición me aconseja creer en El último viaje. ¿Cuándo la leemos? También yo ando dedicado a novelitas; hice una, Los Adioses, que Emecé no se decide a decirme que no la publica, y juego a veces con otra, me defiendo de que se alargue y se convierta en novela26. Pero el juego principal consiste en pensar que para el año próximo me haré un psicoanálisis o un régimen opoterápico27, me cambiaré el mood (sic) y organizaré mi vida a fin de escribir con regularidad y contestar a buen tiempo las cartas. Saludos cordiales; escríbame.
Onetti
428
[Enero de 1952]29
Amigo Benedetti:
Muy agradecido por el prólogo-estudio. Creo que usted tiene razón en todo lo que dice y si hay algo para pelear ya lo encontraré en la relectura, imposible ahora porque los tres sueños desaparecieron apenas llegados30. Tal es mi popularidad en el progresista barrio de San Telmo, Parroquia de la Concepción. (En El Aleph hay un cuento con nombre raro, aquel de la moneda misteriosa; Borges dice que anduvo bebiendo cañitas de durazno o guindados uruguayos o no sé qué otro exceso, y en la madrugada, por o en boliches de Tacuarí e Independencia, justo donde vivo y paro; consultados los muchachos del barrio negaron con la cabeza31). Pero sí hubo ya relectura de Último viaje etc. y de Esta mañana etc. Estos últimos viajes me gustaron mucho y sirvieron para mejorar mi opinión del estamañanismo. Personalmente -y a usted no le importa- sólo hago reparos a lo que es pintoresquismo no cocinado, taquigráfico (por ejemplo, el primer viaje en ómnibus; me entusiasma en cambio la frase ya inmortal "guapos hubo en Maracaná y en la historia patria" y también la ya adoptada "qué pandeiro mamita qué pandeiro". Cito de memoria). Recuerdo cosas excelentes en el relato del tipo que viene a visitar al viudo; también en la que ama a Alberto, sacando lo excesivamente sentimental. En resumen, siga que va muy bien. Pero, ahora, ¿hasta dónde? Agrego esto porque la totalidad de los cuentos está chorreando exasperación y un poco de odio. Claro que se trata de cosas para conversadas. Si usted fuera mi esclavo le encargaría una novela, corta, de unas 200 páginas, con técnica simple, con prohibición de monólogos interiores, en la que usted, sin proponérselo, se descargaría de las dichas cosas que chorrean. Después veríamos; después usted se inclinaría hacia una literatura más tranquila y segura, más 'clásica', más lúcida, rigurosa, numerista en suma. Sin dejar de ser Benedetti, claro. Guarde esta carta y déjela en mano de los cuervos del Instituto de Investigaciones, ya que es profética. Le doy mi palabra.
Hablemos de bisnes, por favor: Quiero presentar Sueño al concurso ministerial. ¿Puede ayudarme? Como usted vive en Malvín y posee un susceptibles, podría correrse hasta la casa de mi hermana, Veracierto 1532, UTE 5259432 entregarle los ejemplares necesarios e indicarle qué clase de papel sellado y texto debe hacerme llegar para que yo lo devuelva firmado. Se agradecerá. Otro: ¿No piensan mandarme más ejemplares de autor? ¿Por quién debo votar para el jurado? ¿Por qué Martín Muller recibió el último Número y un humilde servidor no? Ah, si le da los libritos a mi hermana agregue otro para ella, por favor. Algún día retribuiré molestias y bondades. Saludos a los amigos.
Onetti
5
[Enero o febrero de 1952]
Amigo Onetti:
Antes que nada, tranquilizarlo; como su Sueño y mi Viaje estuvieron prontos recién el 31 de diciembre (toda una hazaña, por la huelga de gráficos) fecha en que, con la nueva reglamentación, vencía el plazo para presentación de obras al Concurso del Ministerio, y como por eso mismo no había tiempo para consultas pero era fácilmente imaginable que usted querría desafiar nuevamente el dictamen de los barbudos, me tomé la libertad de presentarlo junto con el mío y de llenar y firmar su ficha, cosa que me permitieron hacer porque era el prologuero. No hay de qué.
Debo enterarlo además de que en la mencionada nueva reglamentación habrá aproximadamente un jurado por género (es decir, uno para poesía y poemas en prosa; otro para cuento, novela y biografía; otro para teatro; otro para ensayo; otro para literatura infantil), premios separados en cada jurado, todo lo cual me parecería muy bien si lo utilizaran muy bien, lo que es imposible. Sin embargo, no todo es tan edificante y hay otra novedad; no hay más representante de los autores en el jurado, de modo que nos evitan la preocupación de votar a conciencia y conveniencia. Además, hay que presentar 15 ej. en la Biblioteca en vez de 10 en el Ministerio ¡y la Biblioteca los paga! Yo cobré los $13 suyos y van camino de la Imprenta. Recién hoy irá Sueño a la venta. Libr. Salamanca prometió media vidriera, de modo que aquí es tan famoso como en San Telmo, Parroquia de la Concepción. Mañana mismo organizaré el envío del último Número y de otros Sueños y dejaré un par de éstos en casa de su hermana.
Lo de "las violadoras de niñas" llegó tarde, porque El Pozo había sido ya vendido a la Bibl. Nal. y además había salido a librerías. Lo peor fue que Claps me había pasado el dato, pero me dijo que era en (Un) Sueño Realizado. A mí la frase no me sonaba, pero como todavía había tiempo pues estaba en prueba de página, me leí OTRAS TRES VECES todos los cuentos y después renuncié, convencido de mi Idiotez y otras Taras. Ahora he recuperado la estimación de mí mismo. Le agradezco de veras su impresión de mi Viaje y creo que es bastante cierto aquello de que en Esta mañana los cuentos tienen cada uno técnica y sensibilidad distintas. No me faltan ganas para emprender la novela de 200 páginas. Quién sabe. Acerca de la exasperación y del odio, ya hablaremos. Pero no son inventados. Hay mucho de la vida prójima que huele mal y no puedo evitar que la nariz literaria se me frunza.
Cuando se le antoje escríbame sobre el 15-16-17 de Número que todavía no recibió. Nosotros entendemos que es la mejor entrega, pero claro no vemos la viga. ¿Qué le parece el Concurso de Cuentos? Si encuentra bastante regularcitos los premiados, imagínese cómo serían los otros. Brrrrr. Algo traté de explicar en la nota de introducción pero no se podía decir todo33.
Lamentablemente el costo de este gordo, agregado al déficit que ya soportábamos, nos ha dejado al borde del suicidio. Pero, con semejante deuda, ni siquiera tenemos derecho a suicidarnos. Así que habrá que seguir con el corazón hecho de tripas y el futuro hecho de cárceles. No sé hasta dónde. Mientras tanto, somos tan prestigiosos que Emir fue nombrado representante de Número en el Jurado de Cine de Punta del Este, junto con los petizos de Marcha34. Algo más: ¿Habría posibilidad de vender Sueño Realizado en Baires? Aquí se vende a $ 2.90. Ud. dirá. Saludos cordiales
Benedetti
635
[Segunda mitad de 1952]
Amigo Benedetti:
No le escribo a usted, sino a la Patria. (Calcule, de aquí a cien años, a los diez de mi muerte, el brillo o punta que pueden sacarle a la frasecita esa los muchachos del Instituto. ¿O sueña usted que será superada en difusión y prestigio por "¡Qué pandeiro, mamita!"?) ¿Para qué le escribo? Bueno, por charlar, porque extraño la cuna compartida con el pibe Ducasse, la buena gente y la otra. Y, sobre todo, para probar suerte y ver si hay posibilidad de conseguir chismes o recortes o cualquier cosa vinculada a la vida literaria de esos pagos. Me escribieron que [en] un artículo decía Emir que mis libros se agotaban. Es un excelente gag para vender a los hermanos Marx. Si logro documentarlo lo trasladaré al sufrido editor de la VB para que se convenza de que las pilas de libros que continúa almacenando zon (sic) entelequias, hombre. Bueno, hábleme de la nouvelle que estaba terminando hace un año o dos. Dígame qué hace la gente. Recibí el último Número, pero tengo que rescatarlo de casa de un amigo. Tuve tiempo de mirar los poemas traducidos por Idea y ando buscando el disco de 'Si tú te imaginas'36. Si alguna vez le viene bien mándeme algunos sueños realizados (sic), para admiradores. Pero hay además gente interesada en venderlo acá; una editorial vinculada a librerías. No sé si es posible; en ese caso se podría hacer lo mismo con todos los libros editados por Número. Pienso que el problema principal estará en el precio. Para que pueda saciar la curiosidad de las grandes masas, le aviso que acabo de corregir pruebas de la novelita del Hotel Carena37. En cuanto a Emir, si acabó de desempolvar y poner orden para Aguilar38, que conteste alguna de mis cartas de dos años atrás. Dígame cómo anda la salud de Idea y si Claps ya se hizo millonario.
Onetti
7
26/6/53
Amigo Onetti:
Veo que está un poco obsesionado por la capacidad exhumadora del Instituto. No es para tanto. El INIAL ha publicado un solo número de su Revista, y el Director (el poeta R.I.P.39) sigue agregando tomos a sus propias obras inéditas. Me estoy convenciendo de que el Instituto ha sido creado para velar por la ineditez de la literatura nacional. Después de todo, acaso sea una manera sutil de conservar el prestigio de nuestras bellas letras. Claro que esto (que es una ironía) no afecta ni a Ud. ni a mí ni a los otros próceres (somos pocos y [sic]) que menciona Emir en su nota del último viernes. (Consultado este crítico sobre la referencia a libros agotados, confiesa haberse atenido a Sueño Realizado.)
En serio, hace tiempo que pensaba escribirle; para ser estricto, desde que Sur publicó 'El álbum'. Empecé a leerlo y tuve miedo del tema; por eso me gustó más, porque lo salva. Además, está muy bien hechito40, como dice la cartelera cinematográfica de Marcha. ¿Pertenece al género 'cuento' o al género 'capítulo'? Después de 'El Sr Albano', me permito desconfiar, y en la duda, atenti41 (como dice, con las mejores intenciones, un tarado de mi Oficina). Si es cuento, debe ser su mejor; si es capítulo, no sé. De todos modos, lo he incluido en la antología ideal de cuentos nacionales que nunca editaré porque la modestia me impide incluir los míos. ¿Quién le publica la nov[ela] del Hotel Carena? Verdaderamente, un hotel predestinado.
La nouvelle que NO estaba terminando hace dos años se llama Quién de nosotros y ahora está pronta. Unas 70 páginas a aparecer no se sabe cuándo42. Aunque allí no hay grandes masas a la espera de mis partos literarios, sepa que estoy trabajando como enano laborioso en un Flaubert que me ha encargado una editorial que, si no se funde antes de tiempo, va a organizar Menafra43. Terminé -además del Greene aparecido en el N[úmero] Nº 2144- un trabajo sobre cuento-nouvelle-novela, que aparecerá en el N[úmero] Nº 2245. El déficit de Número es alarmante, la Biblioteca nos debe cerca de $ 4 000 y no hay síntomas de pago. Por otra parte, los premios del Ministerio se han convertido en algo remoto. Desde que las remuneraciones fueron aumentadas, los jurados y todo el mecanismo responden al grupo Meridión (Manuel de Castro, Juvenal Ortiz Saralegui, Basso Maglio, J. J. Casal, Arsineo (sic) Moratorio, el peruano Abril, Zarrilli46, etc.) y son premiados casi exclusivamente los meridionales. Tuve oportunidad de leer los fundamentos de votos del último Concurso. Ayay. Ésta debe ser la época más ridícula que han vivido las letras nacionales. Meridión lleva las riendas de AUDE y AUDE tiene a Zavala47 bajo su prepucio. Fuera ese trust sólo quedan Número y Asir, nada afines por cierto, con sus problemas privados, su difícil supervivencia y su cordial enemistad. Ahora estamos preparando con Emir y Real48 una entrega especial de Número sobre la situación actual del escritor en el Uruguay. Se dirán algunas verdades tristes y malolientes, otro motivo para que los últimos indecisos nos incluyan en sus primeras maldiciones49. Limelight ha movido el ambiente de los críticos de cine. El eje Alfaro-Alsina no se pone de acuerdo. A Alfaro le gustó, pero Alsina desparrama su opinión de que le parece un mamarracho. La vi dos veces, no soy crítico, me parece notable. Acaso la anticursilería sea nuestra peste crítica50.
La Comedia Nacional estrenó Peñasco de Alejandro Calipso (la variación pertenece a un speaker local)51. Otra de griegos, "correcta publicación de Número", aburrida en tres actos. Denis, en cambio, abandonó Grecia y escribe ahora sobre contemporaneidades52. No hay más chismes. Agrego la nota de Emir que se menciona arriba. Saludos
Benedetti
853
[Primera mitad de 1954]54
Amigo Benedetti:
Hace un tiempo le escribí a Idea e incluía en la carta un mensaje para usted. Hoy me entero de que Idea está en Europa55; es seguro que no recibió aquella obra maestra del epistolario universal.
El mensaje es éste: Sur decidió publicar una novelita mía llamada Los Adioses. Me pidieron que redactara la solapa y no me gustó hacerlo; terminé por facilitarles material para que la hicieran ellos. Les di, entre tantas exégesis, Un sueño realizado y ve que han usado alguna frase del prólogo escrito por usted. En fin, les dije que usted no se iba a enojar y me creyeron. Trate de no desmentirme56.
Leí, claro, Quién de nosotros. En el principio fue la puteada porque acababa de escribir otra novelita que según parece tiene que llamarse forzosamente Todos nosotros57. Y porque acababa de escribir una novela más larga que casi se llama Pie de página y que estaba o está salpicada de notas explicativas. Su novela me parece muy bien escrita y muy bien hecha; no es un defecto pero sí para mí que entre en la categoría de 'intelectual'. Me gusta más el Benedetti que se entrega, que piensa y planea menos; por esto me desconcertó la crítica de Martínez Moreno58.
Siempre con ganas y esperanzas de darme una vuelta por ahí y charlas de tantas cosas.
Onetti
9
18/4/55
Amigo Onetti:
Hace un rato largo que debía haberle escrito sobre Los Adioses. De todos modos, le envío aquí una reseña nonata que debió salir en Número. Martín, que estuvo presente, le habrá contado los pormenores. (En Número va una reseña de Emir59.) Espero estar el 10 de mayo en Buenos Aires y que para esa fecha no queden ya rastros de la puteada. Tengo la santa intención (y he preparado el mamotreto) de ofrecer a alguna editorial argentina un volumen de cuentos. Son 15 o 16, la mayoría inéditos, bajo el título y el tema común de Montevideanos60. Llevo 7 libros publicados y humildemente debo confesar que estoy podrido de costear mis ediciones.
¿Habrá alguna posibilidad? Le pido que me aconseje hacia dónde convendría rumbear y si vale la pena. Hasta pronto y saludos
Benedetti
Notas:
1 Se refiere al volumen de Mario Benedetti Marcel Proust y otros ensayos. Montevideo, Número, 1951. En cuanto a la fecha probable de la carta véase notas 2, 8 y 10.
2 Se refiere a Sarandy Cabrera, poeta y miembro de la revista Número y colaborador de Marcha. Alude a la reseña escrita por Cabrera sobre el libro de poemas Homo ciudad (1950), de Saúl Pérez Gadea, publicada en Marcha el 6 de abril de 1951. Esta referencia permite conjeturar, con bastante certeza, de que la carta fue escrita hacia principios de mayo de aquel año.
3 Abreviatura de La vida breve, novela de Onetti que había sido publicada en 1950 por Editorial Sudamericana de Buenos Aires.
4 El pasaje relativo a Marcha deja entrever dificultades circunstanciales y quizá enconos con los responsables del semanario, dirigido por Carlos Quijano. En efecto, Onetti fue el primer Secretario de Redacción del periódico y, entre otros textos, redactó la columna 'La piedra en el charco', con el seudónimo Periquito el Aguador. Sus notas y cuentos del período fundacional, entre junio de 1939 y mediados de 1941, están recogidas por Jorge Ruffinelli en Requiem por Faulkner y otros artículos. Montevideo, Calicanto, 1974; Omar Prego en Cuentos secretos. Periquito el Aguador y otras máscaras. Montevideo, Biblioteca de Marcha, 1986 y María A. Petit en Periquito el Aguador y otros textos, 1939-1994, Montevideo, Cuadernos de Marcha/Intendencia Municipal de Montevideo, 1996. Una nota de Onetti que evoca esa primera época del semanario: 'Quijano era Marcha', en Jaque (Separata), Montevideo, 28 de diciembre de 1984: 8.
5 Por la fecha de la carta, hacia la mitad de 1951, debe referirse a los que, hasta entonces, eran los dos libros de Idea Vilariño: Paraíso perdido (1949) y Por aire sucio (1951).
6 Esto tiene un alto valor documental, ya que los jóvenes asireños afirman que el tipo escribe alcoholizado. Otra manera de plagiar a Faulkner. (Nota del Autor. Abajo, manuscrita, figura la firma de Onetti.)
7 Primera mención a uno de los motivos más recurridos en la correspondencia con Benedetti: el volumen de cuentos Un sueño realizado y otros cuentos, que Número preparaba para su publicación. Ésta se concretó en 1951. El libro compila el cuento epónimo, 'Bienvenido Bob', 'Ebsjerg, en la costa' y 'La casa en la arena', con un prólogo de Mario Benedetti. El colofón del volumen indica: "Este libro, editado por Número, se acabó de imprimir el 20 de diciembre de 1951, bajo el cuidado de Sarandy Cabrera, en la Imprenta "Rosgal", Ejido 1624, Montevideo".
8 Onetti entrega a beneficio de Número los ejemplares de El pozo que le quedaban, tres lustros después de su publicación en diciembre de 1939. La referencia en esta carta, así como otra más adelante, prueban este acto de generosidad y afecto hacia la revista y sus miembros. Asimismo, en el Nº 15-16-17 de Número, junio-diciembre de 1951, aparecerá dentro del aviso general de las publicaciones del sello, la noticia de que El pozo está "en distribución". Es ésta otra prueba de la fecha de la carta: debió de escribirse en mayo o a comienzos de junio.
9 Se refiere a Manuel Arturo Claps (Buenos Aires, 1921-Montevideo, 1999), profesor y filósofo, codirector fundador de Número, a quien Onetti había entregado en Buenos Aires el capítulo 'El señor Albano' (ver nota en primera carta de Mario Benedetti).
10 La redacción de la carta en octubre y la referencia a los "meses" que han pasado, va en favor de la hipótesis de que Onetti escribió su primera comunicación en la primera mitad del año 51, hacia mayo o principios de junio.
11 Esto es: ha llevado los ejemplares de El pozo, según le había indicado Onetti, desde la casa de la hermana de éste (Raquel Onetti de Gil) situada en el Buceo, hasta la céntrica librería de Héctor D'Elía, distribuidor de Número y de todas sus publicaciones.
12 Se refiere al prólogo que escribió para Un sueño realizado y otros cuentos, ya mencionado en nota 7.
13 "Bienvenido Alsina" es una ironía: cambia el título de 'Bienvenido Bob', cuento incluido en el libro dedicado por Onetti a HAT (Homero Alsina Thevenet), con quien había mantenido una larga amistad desde 1939. El precoz Alsina, mucho menor que Onetti, puesto que el primero nació en 1922, se trasladó a Buenos Aires en 1941 y convivió con su amigo y maestro en un apartamento céntrico de aquella ciudad.
14 Esos "otros dos" son 'La casa en la arena' y 'Esbjerg, en la costa'.
15 Se trata de Emir Rodríguez Monegal, quien acababa de publicar en Número el extenso artículo 'Juan Carlos Onetti y la novela rioplatense', Nº 13-14, marzo-junio 1951: 175-188. Artículo fechado en "Cambridge, abril de 1951", ya que entonces el autor se encontraba en Inglaterra en usufructo de una beca del British Council.
16 MB: Mario Benedetti; MP: Marcel Proust y otros ensayos, en particular el trabajo sobre Proust que Onetti tanto elogia en su comunicación.
17 Alude con este neologismo a la revista Alfar, cuyas prácticas críticas no solían pasar del intercambio de cortesías. Frente a esa generosidad (o blandura), la 'generación del 45' opuso el "alacraneo", la crítica sin concesiones.
18 En 1951 las Ediciones Número publica el volumen El último viaje y otros cuentos, de Mario Benedetti. En lo sucesivo, este libro no sería reeditado, sino que sus cuentos se redistribuirán en otros títulos, sobre todo en Montevideanos (Montevideo, Alfa, 1959) hasta llegar a la edición de Cuentos Completos, que distintos sellos internacionales han dado a conocer desde mediados de los setenta.
19 El uso del plural relacionado con el texto onettiano, prueba que 'María Bonita' (a la postre incorporado como pasaje de Juntacadáveres, Montevideo, Alfa, 1964), fue remitido para su publicación en Número. Está claro, asimismo, que la revista terminó por rechazar su publicación. Sólo apareció, casi un año después, en Marcha, cuya sección literaria estaba dirigida por Emir Rodríguez Monegal. El texto fue precedido del siguiente acápite, sin firma, aunque seguramente de Rodríguez Monegal: "Estas páginas pertenecen al capítulo inicial de una novela que Onetti está escribiendo. El argumento de la misma le fue proporcionado por Carlos Martínez Moreno, el que a su vez ha escrito sobre el tema una nouvelle (VILLA ELISA) que aún se mantiene inédita" (Marcha, Montevideo, Nº 628, 27 de junio de 1952, 2ª sección: 26-27). Hasta ahora, esa novela corta de Martínez Moreno sigue inédita, al menos con ese título.
20 'El señor Albano' es un capítulo de La vida breve (Buenos Aires, Losada, 1950), que se publicó originalmente con ese título y sin otra indicación, en Número, Montevideo, Nº 2, mayo-junio 1949: 91-109. En una reseña de las primeras entregas de esta revista, Benedetti anotó sobre este texto onettiano: "Un cuento de Juan Carlos Onetti, 'El señor Albano', representa las mejores páginas que ha publicado Número. Desde el equívoco del título hasta ese final incierto en que la angustia y el cansancio se vuelven acogedores, esta de Onetti constituye una de sus más absorbentes narraciones, y en ella está presente todo lo bueno que anunciaba su frustrada Tierra de nadie" ('Revistas Nacionales: Número', M[ario] B[enedetti], en Marcha, Montevideo, Nº 493, 2 de setiembre de 1949: 22).
21 La nota en cuestión es una larga y durísima reseña de La vida breve: 'Una novela uruguaya', de Homero Alsina Thevenet, en Marcha, Nº 590, 24 de agosto de 1951: 14-15.
22 La carta fue redactada entre el arribo de la de su corresponsal, hacia fines de setiembre o principios de octubre de 1951, y la publicación de Un sueño realizado, diciembre de ese año. Además, hay una interrupción de una quincena, como consta claramente en el texto.
23 En efecto, el cuento 'El presupuesto' se publicó por primera vez en Número, Nº 5, noviembre-diciembre 1949: 377-383.
24 La aclaración posee una gran relevancia. En efecto, en la primera edición de El pozo, y hasta entonces única -ya que se reeditó por primera vez en 1965 (Montevideo, Arca)-, consta: "Y si uno se casa con una muchacha y un día se despierta al lado de una mujer, es posible que comprenda, sin asco, el alma de los violadores de niñas y el cariño baboso de los viejos que esperan con chocolatines en las esquinas de los liceos" (El pozo. Montevideo, Imprenta Stella, 1939: 57). La curiosa errata fue enmendada en 1965. ¿O fue un tardío acto de arrepentimiento de Onetti?
25 La invocada entrega de Número sobre 'Existencialismo y literatura', a la que aludía Benedetti en su carta anterior, nunca salió como tal. Ni Benedetti escribió sobre Kafka y Dostoiewsky ni Onetti aceptó el reto de un artículo sobre su admirado Louis Ferdinan Céline. No obstante, varios años más tarde, escribirá una nota sobre Céline: 'Para Destouches, para Céline', en Marcha, Montevideo, 1º de diciembre de 1961 (Incluido en Requiem por Faukner y otros artículos, op. cit.: 154-158.)
26 El colofón de Los adioses indica que "Este libro se terminó de imprimir el día 11 de junio del año mil novecientos cincuenta y cuatro, en la Imprenta López, Perú 666, Buenos Aires, República Argentina". Casi tres años antes, como lo prueba esta carta, Onetti tenía escrita su novela. El editor, al fin, no fue Emecé sino Sur, la revista-editorial dirigida por Victoria Ocampo.
27 Si piensa divulgarlo, hágalo con prudencia. (Nota del Autor)
28 En papel con el membrete "Editorial Ímpetu. Tacuarí 163-37-7349".
29 La frase inicial de la carta permite conjeturar que la misma se haya redactado en el filo de los dos años (1951-1952), ya que -según se detalló en la nota 7-, el libro que motiva esta carta salió de la imprenta a fines de diciembre de 1951.
30 Se refiere, como es obvio, a que los tres ejemplares remitidos desde Montevideo de Un sueño realizado y otros cuentos fueron obsequiados o prestados a algunos amigos de Buenos Aires sin identificar.
31 Se trata del cuento 'El zahir', en el que el narrador-protagonista se introduce, en determinado pasaje, en un almacén de "la esquina de Chile y Tacuarí". Eso sí: sólo bebe "caña de durazno".
32 Esto último es el teléfono. La sigla UTE hasta la fundación de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL), a mediados de los setenta, significaba Usinas y Teléfonos del Estado.
33 En la voluminosa entrega 15-16-17 de Número (442 págs.), de julio-diciembre 1951, se publican los resultados del concurso convocado por la revista y los textos favorecidos: 'Inocencia', de Omar Prego Gadea y 'La máscara', de Juan Luis Cavo (primer premio compartido); 'El solitario', de Sául Pérez (segundo premio); 'El fracaso', de Günther Schnapp (tercer premio), 'Las confidentes', de Julio Rossiello y 'El Arco Iris de Andrés', de Irene Gebhardt (menciones). El comentario titulado 'Concurso de cuentos', que precede la publicación del acta y de los textos, que va sin firma pero en esta carta reivindica Benedetti, dice que el certamen llamado por Número y la Asociación Cristiana de Jóvenes recibió la comparecencia de 129 cuentos. El jurado estaba integrado por Ruben Areán, Mario Benedetti, Carlos Martínez Moreno, Carlos Real de Azúa y Emir Rodríguez Monegal.
34 Se refiere a los dos críticos de cine de Marcha: Hugo R. Alfaro (1917-1996) y Homero Alsina Thevenet.
35 Una nota manuscrita, a lápiz, perteneciente a Mario Benedetti, indica la fecha de redacción de la carta: 27/5/53, seguramente tomando en cuenta el matasellos del sobre, que no tuvimos a la vista. Escrita en papel con el membrete "Editorial Ímpetu. Tacuarí 163-37-7349".
36 Esta alusión corresponde a los poemas de Raymond Queneau, traducidos del francés por Idea Vilariño: 'Si tu t'imagines' (Si tú te imaginas), 'Tant de suer humaine' (Tanto sudor humano) y 'Le Havre de Grace' (El Havre de Gracia), incluidos en la entrega 20 de Número, Montevideo, julio-setiembre 1952: 258-263, con presentación de Emir Rodríguez Monegal: 256-257.
37 Alusión a Los adioses.
38 Por esa fecha Rodríguez Monegal trabaja febrilmente en la preparación de las Obras Completas, de José Enrique Rodó, que se publicarán en ese sello madrileno en 1957.
39 Se refiere al poeta, profesor y crítico Roberto Ibáñez (Montevideo, 1907-1978), fundador y director del Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios (INIAL), entonces independiente y, más tarde, en 1962, absorbido por la Biblioteca Nacional con el nombre de Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional. En ese año Ibáñez fue removido de su cargo. La cruel ironía es evidente: las dos letras iniciales de la invocación fúnebre R.I.P. (Requiescat In Pace) coinciden con las iniciales del aludido. El único número de la Revista del INIAL salió en 1947, bajo la dirección interina de Carlos A. Passos, cuando Ibáñez se encontraba en Europa. Sólo en 1961, éste publicaría otra revista del INIAL, Fuentes, que tampoco pasó del número inicial.
40 Subrayado por el autor en el original.
41 Subrayado por el autor en el original. (Sobre 'El señor Albano' véanse notas 9 y 20.)
42 Quién de nosotros salió por el sello Número a fines de 1953.
43 Benedetti nunca publicó ese trabajo sobre Flaubert, quizá porque el editor, el crítico y profesor Luis Alberto Menafra, falleció en 1955.
44 'Arte y artificio en las novelas de Graham Greene', en Número, Montevideo, Año 4, Nº 21, octubre-diciembre 1952: 301-320. Recogido en Sobre artes y oficios. Montevideo, Alfa, 1968 y en posteriores compilaciones.
45 'Tres géneros narrativos: cuentos, nouvelle y novela', en Número, Montevideo, Año 5, Nº 22, enero-marzo 1953: 82-92. Recogido en Sobre artes y oficios. Montevideo, Alfa, 1968 y en posteriores compilaciones
46 Se refiere, en realidad, a Arsinoe Moratorio, así como al escritor peruano Xavier Abril radicado en Uruguay y al poeta Humberto Zarrilli.
47 Se trata del escritor y político batllista Justino Zavala Muniz (1898-1968) y de la Asociación Uruguaya de Escritores (AUDE), a la cual gran parte de la 'generación del 45' rechazó y combatió, como esta carta lo demuestra.
48 Emir Rodríguez Monegal y Carlos Real de Azúa.
49 Igual que el número 'gordo' sobre 'Existencialismo y Literatura', también esta entrega especial fracasó.
50 Limelight, filme dirigido por Charles Chaplin estrenado en Montevideo en 1952.
51 Se refiere a la pieza dramática en tres actos Calipso, de Alejandro Peñasco, publicada por Ediciones Número en 1952 y estrenada por la Comedia Nacional en el Teatro Solís en 1953, con la puesta en escena y dirección de E. Acevedo Solano. (Más detalles sobre el estreno de esta pieza en La historia de la Comedia Nacional, Juan María Vanrell Delgado. Montevideo, Intendencia Municipal de Montevideo, 1987: 69.)
52 Se refiere al dramaturgo, poeta y narrador Carlos Denis Molina (1916-1983).
53 En papel con el membrete "Editorial Ímpetu. Tacuarí 163-37-7349".
54 La fecha tentativa responde a la referencia sobre la inminente aparición de Los adioses (véase nota 25) y al comentario de la nota de Martínez Moreno sobre la novela Quién de nosotros, de Mario Benedetti (véase nota 57).
55 Los adioses está dedicada a Idea Vilariño. Según nos comunicara la poeta en Montevideo, a principios de 1999, Onetti le envió dos ejemplares a Suecia, donde se encontraba acompañando a su hermana. Uno de ellos con algunas correcciones manuscritas que aún no se han incorporado. La colección 'Archivos' de la UNESCO prepara, bajo la dirección de Daniel Balderston, un volumen de novelas cortas de Juan Carlos Onetti, de próxima aparición. El cuidado de la edición de Los adioses me correspondió.
56 Éste es el texto de la primera solapa de Los adioses, ed. de Sur que, en efecto, sin mencionar fuente, toma algunas frases del prólogo de Benedetti: "Esta novela corta de JUAN CARLOS ONETTI está hermanada con sus obras anteriores: Tierra de nadie, Para esta noche y La vida breve. También aquí reconocemos la misma atmósfera de pasión, la misma exasperada entrega a personajes y situaciones; también aquí, la forzosa incomunicación que padece el protagonista, el desencuentro del ser con su destino y, en última instancia, el fracaso esencial de los vínculos humanos. Pero LOS ADIOSES difiere de las obras mencionadas por ser, ante todo y sobre todo, una historia de amor. Un hombre modesto, instalado en un pueblo de las sierras, nos cuenta en primera persona cómo suceden los hechos. Nos da una versión cruel, agriamente resignada. A través de su relato se va desarrollando la acción del libro, a la manera caprichosa e insegura con que la vida -a veces induciéndonos a error, a veces ayudándonos a comprender mediante sobrecogedoras certidumbres- nos permite enterarnos de las peripecias ajenas-. Narrador y novelista -confundidos en uno solo- sustentan la íntima convicción de que la realidad debe expresarse del modo más fiel posible, con elaborado rigor, es decir, sin apegarse servilmente a ella. Y el trágico desenlace de la novela es algo así como un secreto llamado que nos invita, si no a reconciliarnos, a sobrellevar esforzadamente nuestro destino".
57 Ni este texto ni el siguiente que menciona se publicaron.
58 Se trata del artículo 'Quién de nosotros: un libro y una narrativa', Carlos Martínez Moreno, en Marcha, Montevideo, Nº 708, 12 de febrero de 1954. Recogido en Mario Benedetti, variaciones críticas. Edición a cargo de Jorge Ruffinelli. Montevideo, Libros del Astillero, 1974 y en Literatura uruguaya, Carlos Martínez Moreno. Montevideo, Cámara de Senadores, 1994.
59 La reseña escrita por Mario Benedetti sobre la novela entonces no se publica. Es probable que en los artículos redactados más tarde sobre Onetti haya sido refundida o aprovechada de algún modo. Bajo el título 'Juan Carlos Onetti, una lectura total' véase la reunión, ajustada, de todos los artículos de Benedetti sobre Onetti, en 45 años de ensayos críticos, Mario Benedetti. Montevideo, Cal y Canto, 1994: 134-175 (Recopilación y prólogo de Pablo Rocca). El artículo de Rodríguez Monegal apareció en Número, Año 6, Nº 26, marzo 1955: 107-109. Se trata del texto que reproducimos en esta entrega de 'Los Archivos de la Literatura Uruguaya' (Véase la correspondiente nota al pie del texto).
60 Primera y única pista, hasta ahora, sobre la fecha de redacción de Montevideanos. El libro, como se indicó en la nota 18, se publicó sólo en 1959, es decir cuatro años después de estar pronto o casi pronto. El volumen incluye un prólogo de Emir Rodríguez Monegal.
JUAN CARLOS ONETTI: Los adioses. Buenos Aires, Editorial Sur, 1954, 88 págs. (*)
Toda la historia está contada por un testigo: un almacenero, ex tuberculoso para quien el mundo está dominado por una triste y frustrada obscenidad. A través de su visión, morosa, canallesca, se desarrolla una doble historia de amor (un hombre entre su mujer y una muchacha) que culmina en la destrucción y en la muerte. Las figuras centrales del relato no son dadas nunca directamente; ni siquiera cuando se las muestra solas o cuando se evoca algún momento del pasado, se logra con ellas un contacto directo: todo lo que hacen o sienten, lo que piensan o proyectan, es obra del relator que contamina sus actos y motivos con la espesa sospecha de un alma para la que toda relación humana parte del sexo. El relator es tan omnipotente como el creador novelesco: es el creador, e impone su visión retorcida a los personajes y al lector.
Pero dentro de esta historia, Onetti ha interpolado otra, que desmiente las suposiciones del testigo y que devuelve su pureza al amor. Esta historia se revela súbitamente al final y obliga al lector a un cambio absoluto de perspectiva: es una conversión, en el sentido más literal de la palabra, y obliga a una reconsideración completa de la novela. En el repaso, se advierte que lo que se había tomado por verdad (la interpretación obscena del testigo) era una hipótesis posible; que ningún hecho la confirmaba (aunque tampoco la negaba); que sobre la dominante era posible superponer otra versión, más pura, más limpia.
La crítica (y yo mismo en Marcha, diciembre 10, 1954) ha hablado del punto de vista jamesiano y de la ambigüedad visible de un relato que soporta más de una interpretación coherente. Sin duda, Onetti ha buscado dar la historia desde el punto de vista del testigo para poder invertir luego los términos sin necesidad de cambiar el relato de los hechos; sin duda, hay uso y hasta tal vez abuso de la ambigüedad. Pero, por qué. La respuesta ya también ensayada, es que al contar la relación entre el hombre y la muchacha como si fuera una relación sexual, Onetti ha enfatizado la intimidad profunda y secreta de esa relación de un modo más eficaz que si hubiera revelado en la primera línea su verdadera naturaleza. Al fin y al cabo, aunque la muchacha no sea amante del hombre es, en el juego que lo separa de su legítima mujer, otra mujer. Y esto es lo que realmente quiere enfatizar la narración doble y ambigua.
Tantos planos de lectura (hay alguno más que omito ahora y traté in extenso en el artículo citado) indican claramente la naturaleza deliberada de esta nouvelle. Lo que esta consideración no parece revelar es la cualidad eminentemente legible de sus páginas. En ningún momento se siente la tensión de tantos planos encontrados. La historia fascina en su apariencia y recién al borde mismo de la conversión se advierte que lo que parecía obscenidad (trágica y sombría historia de sexo) se convierte en historia de amor, con una desolada perspectiva de chisme y corrupción general. Para el lector que sólo busca el deleite de la lectura, la nouvelle ofrece seguro premio. Porque la gran habilidad del autor consiste en escamotear la cuidadosa estructura narrativa de tal modo que sólo es perceptible a un cuidadoso análisis. El andamiaje técnico no es aparente y sólo existe para los técnicos.
Una palabra sobre el estilo. Onetti ha creado ya una manera. Se ha dicho y con razón que el testigo-relator escribe como Onetti, con la misma morosidad, la misma observación minuciosa del detalle significativo (pero que a fuerza de ser subrayado empieza a gastar su significación), la misma tendencia a destruir el mundo en pequeños fragmentos yuxtapuestos. Esto no importa. La coherencia y monotonía del estilo operan un efecto que es más grave: un efecto casi hipnótico sobre el lector. Sirven para comunicar sin fisuras una visión sórdida y obscena del mundo: la visión del testigo, curiosamente limitada y a través de la cual se alcanza como por transparencia otro mundo, más luminoso y entero, en el que viven realmente los personajes, los amantes. Ésa es también obra de estilo, de un estilo profundo y capaz de trascender la superficie amanerada.
Emir Rodríguez Monegal
(*) Publicado en Número, Montevideo, Año 6, Nº 26, marzo 1955: 107-109. Otra nota, anterior y más extensa sobre esta novela, había publicado Rodríguez Monegal en Marcha, Nº 744, 10 de diciembre de 1954, según él mismo se encarga en reiterar en esta ocasión. Este último texto fue el único de los dos escritos sobre Los adioses que recogió en libro, en el volumen Narradores de esta América. Montevideo, Alfa, circa 1962.
ONETTI: UN NOVELISTA QUE SE DESPIDE (*)
La técnica, dice Spengler, es una táctica. Es decir, una suma de recursos que se instrumentalizan y que adquieren valor cuando tienen una finalidad, un verdadero y profundo destino. Y estar destinado es tener sentido, cargar con un sentido o -por lo menos- buscarlo frenéticamente, con desesperación, interrogándose y ratificándose, confrontándose consigo mismo y con la vida, porque de lo contrario, la técnica se reduce a medio, a su empleo y no a su dirección, en tanto aquella no es finalidad sino supuesto y la mayoría de las veces hasta se confunde con el repertorio de los actos naturales.
En la última novela de Juan Carlos Onetti -Los adioses-, su dominio técnico (ya puesto de manifiesto en El pozo, en Tierra de nadie, en La vida breve) es tan seductor que el lector se deja atraer por el perfecto ensamblado de los engranajes, por la tácita eficacia de esas ruedas que giran en silencio, tan domesticadas en su movimiento que se da únicamente en relación a sus ejes, a sus pivotes. Accionan sin libertad, sin alternativas, sin posibilidad de decisión, sin verdadera realización. Todo el juego de esta novela está -por lo tanto- perfectamente determinado y la libertad se da fraccionada o tramposa: la llamada 'libertad interior', la supuesta 'libertad profunda'. En fin, esa libertad emboscada que permite gritar 'libertad' debajo de las cobijas o asegurar apasionadamente que 'uno hace lo que quiere en su casa'. O lo que es lo mismo, desplegar la aceitada, silenciosa e injustificada libertad de una rueda. Del que se despide y dice 'adiós', pero que al comenzar su marcha advierte que está prisionero de ese atractivo y mentiroso eje que es la técnica-técnica.
David Viñas
(*) Publicado en Contorno, Buenos Aires, Nº 3, setiembre de 1954: 13. Esta nota no había sido reproducida hasta ahora.
MARIO BENEDETTI - ESTA MAÑANA - Montevideo, 1949 (*)
Parece -al fin- que el cuento uruguayo como género literario ha cobrado una cierta madurez, una cierta diversidad; parece que su examen puede pasar de la pesquisa de influencias más o menos -mal o bien- intencionada. Los diez cuentos de Esta mañana de Mario Benedetti son inevitablemente desiguales: en cuerpo, en perfección, en intensidad. Se centran en su mayoría sobre un escenario urbano o suburbano, burocrático, pequeño-burgués. Sólo Insomnio se filia en el ambiente y lenguaje de nuestra difundida 'escuela chacarera'. Trasuntan algunos bien asimiladas lecturas: 'Como un ladrón' es fiel al inexorable Borges, tiene mucho de su cotizado ingenio, de su realismo servicial, de su heterodoxa e irónica teología. 'Una sección de cine' ejerce también el borgiano interés de la metapsíquica. De Mallea pudiera venir alguna elección de nombres, de títulos, algún visible artificio. Y otros parentescos, menos usuales, mentros transitados: ¿Bontempelli? ¿Dunsany?
Quizá sea 'El presupuesto' el punto más alto del volumen: un tema acendradamente actual y nacional, construido con gracia, con precisión, con integridad ejemplar. El término 'kafkiano' acorre enseguida, pero trátase de un kafkismo recreado desde la propia realidad caótica, desde el propio suelo circunstante. Esta historia misteriosa de un trámite financiero podría convertirse -con un poco de publicidad y buena suerte- en nuestra cifra sociológica de 1950, en nuestro Facundo breve, melancólico, informal. Con 'Idilio' ensaya Benedetti el monólogo interior, en verdad doble y sucesivo, con un tema también montevideanísimo: un matrimonio atropellado por una patota y un breve tránsito previo. Los dos discursos son sabrosos, tiernos, veraces, juiciosamente caseros. 'El huésped' tiene un interesante final no sostenido por el relato antecedente.
Hay en las ciento cincuenta y una páginas de Esta mañana un sostenido ingenio, que junto a la ternura y a la ironía que envuelven los cuentos en sus variables climas aportan una nota muy diferente a lo habitual del género. Las de la página 13 sobre la vestimenta, el niño de la 69, el negro y Clark Gable de las 108 y 109, las tres primeras de 'La vereda alta', los finales hábiles y rotundos de 'Esta mañana' y de 'Como siempre' son muestras cabales de una gracia natural, sin retorcimientos. Lástima que otras -pocas- expresiones resuden 'literatura': "uno tiene en las manos el color de su día: rutina o estallido" (pág. 15), "la estirada promesa de mi sombra" y "la agresiva frescura de la noche" (pág. 57), "las curvas y las corvas de su memoria" (pág. 68).
Tampoco resulta excusable decir -epigonalmente- que los cuentos de Esta mañana tienden una mano ancha -sin dejar de ser literarios- hacia el relato legible por el hombre común. Hemos mencionado ya 'El presupuesto', pero en todos hay una felicidad de contar muy diferente a la encarnizada y fatigosa disección de un eterno e ininteresante presente.
Carlos Real de Azúa
(*) Publicado en Escritura, Montevideo, Nº 8, diciembre de 1949: 135-136. Texto nunca recogido en libro ni, hasta ahora, reproducido en forma total.
ACLARACIÓN
La numeración de esta entrega de 'Los Archivos de la Literatura Uruguaya' se altera (hubiera correspondido el 2 y se numera como 4), a los efectos de la encuadernación ya anunciada. En los próximos meses se dará a conocer dos entregas más con textos e imágenes de Alfredo Mario Ferreiro, por lo cual prefiere mantenerse la consecutividad a fin de conservar la unidad en los textos de este autor.
Se reitera a los lectores que con el Nº 10 de esta serie coeditada por el Programa de Documentación en Literaturas Uruguaya y Latinoamericana e Insomnia, se ofrecerán las tapas para la encuadernación del primer tomo. 'Los Archivos de la Literatura Uruguaya' sale en el primer número de Insomnia de cada mes.
(Artículos de Emir Rodríguez Monegal, Carlos Real de Azúa y David Viñas)
4
Nota preliminar
I
Las cartas intercambiadas entre Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994) y Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920), estaban en poder del último. En noviembre de 1998 Benedetti nos las entregó a fin de que fueran depositadas en el Programa de Documentación en Literaturas Uruguaya y Latinoamericana (PRODLUL), de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, donde se conservan. Durante todos estos años, dos precauciones tomó el ahora célebre autor de Poemas de la oficina: 1) preservar en excelente estado los originales que le remitiera Onetti, desde Buenos Aires a Montevideo; 2) guardar una copia en carbónico de sus propias cartas.
Esta ida y vuelta del canje epistolar no sólo completa el diálogo entre dos escritores fundamentales en un período clave para la literatura rioplatense, sino que asigna a estas piezas un inestimable y raro valor. Primero, porque no es fácil encontrar el circuito de comunicación entero; segundo, porque hasta ahora casi no se han dado a conocer textos de este tipo, de uno u otro. Aún más, a seis años de la muerte de Onetti, no se ha recogido en volumen nada de su correspondencia. Tercero, estas cartas no poseen espesor confesional, en ellas sólo se discute sobre literatura o sobre la vida literaria; por último, la cuidadosa calidad de su escritura expresa una firme conciencia compositiva, la manifestación del placer por el texto más allá de la perentoria comunicación de un mensaje.
La tarea de reconstrucción de ese diálogo se vio facilitada en la medida en que todas las cartas fueron mecanografiadas con prolijidad, a un espacio, sin tachaduras ni borrón alguno. Sólo la firma de los respectivos corresponsales es manuscrita, la cual no existe en las copias guardadas durante tanto tiempo por Benedetti, puesto que sólo rubricó el original remitido a la otra orilla. El lector encontrará en las sesenta notas al pie una serie de aclaraciones, desde la simple descripción del documento hasta la explicación de algunos mensajes algo cifrados y que se desentrañaron luego de revisar las marcas contextuales. Salvo las cartas 2, 7 y 9 -las tres de Mario Benedetti-, las demás carecen de fecha exacta. Faltos de los sobres en que viajaron -y de su correspondiente matasellos- no puede determinarse con exactitud el día y el mes en que se despacharon. Pese a esto, en todos los casos se pudo ubicar con mínimo margen de error el año y hasta el mes en que fueron escritas cada una de las cinco epístolas sin data. Una elocuente ironía disparada por Onetti circula en varias comunicaciones: un día la escritura privada se hará pública, se escribe hoy no tanto para decir algo al interlocutor sino para la "gloria". Se escribe para que en el futuro "los cuervos del Instituto de Investigaciones" escudriñen, cubran de bronce, tergiversen las rectas intenciones del creador, según bromea Onetti a principios de 1952 (Carta 4). Con el mismo espíritu lúdico y con no menos ironía, dirá poco después: "No le escribo a usted, sino a la Patria. (Calcule, de aquí a cien años, a los diez de mi muerte, el brillo o punta que pueden sacarle a la frasecita ésa los muchachos del Instituto" (Carta 6). Pudo haber sido más optimista en sus cálculos, porque menos de medio siglo después, y a un lustro y poco de su muerte, se procura sacar alguna "punta" a las frases, socarronas (y no tanto), de este Onetti que, en el fondo, reclamaba perdurar y ser reapropiado como escritor uruguayo.
Para completar el cuadro se incluyen aquí tres artículos que en aquellos años rodearon el diálogo entre los dos escritores: una entusiasta reseña de Los adioses, por Emir Rodríguez Monegal, publicada en Número; otra menos conocida (y más vitriólica) del argentino David Viñas, aparecida en Contorno, de Buenos Aires y, por último, una breve y equilibrada nota de Carlos Real de Azúa sobre el volumen Esta mañana, divulgada en Escritura. La primera está mencionada expresamente en la última carta de Benedetti; las demás se omitieron en la correspondencia, aunque por cierto no fueron ignoradas por los respectivos autores.
II
La cartas van de una orilla a otra del Plata a lo largo de cuatro años exactos: entre la primera mitad de 1951 y el 18 de abril de 1955. Cuando Onetti mandó de Buenos Aires a la capital uruguaya la primera de sus notas, hacía una década que se encontraba radicado en Argentina. Cuando recibió la última que le enviara Benedetti desde Montevideo, faltaba muy pocos meses para que regresara al país de origen. Por eso el epistolario se interrumpe, ya que a partir de mediados del 55 la convivencia en la misma ciudad permite comunicarse en forma más inmediata y directa, si es que eso se llevó a la práctica.
Por entonces, Carlos Maggi y Manuel Flores Mora presentaron a su maestro Onetti al presidente de la República, Luis Batlle Berres, quien lo llevaría a trabajar como redactor del diario Acción, y después le conseguiría en la Intendencia Municipal de Montevideo el cargo de Director Extra/18, en la Dirección de Artes y Letras (División Bibliotecas). En esa repartición pública se desempeñó desde el 2 de abril de 1957 hasta el 4 de marzo de 1975, salvo los meses en que estuvo detenido por la dictadura. Ese día renunció para salir rumbo a España, de donde nunca más volverá. En Madrid se reencontrará con un Benedetti también exiliado, de quien llegó a ser casi vecino, ya que alcanzaron a vivir a poco menos de quince cuadras. Y aunque Onetti no salía de su apartamento, Benedetti llegó a visitarlo allí en más de una ocasión, sobre todo en los últimos años. Quizá no se frecuentaron demasiado en Montevideo, entre 1955 y 1974 (año en que Benedetti se vio obligado a salir del país) ni en la primera etapa del exilio (1974-1980), pero en ese lapso Benedetti escribió varios artículos sobre la narrativa onettiana, reconociéndola siempre como una de las mayores obras de esta América. Las notas -hasta el golpe del 73- aparecieron en publicaciones periódicas de Uruguay y de otros países latinoamericanos, y fueron recogidas en libro. El último episodio de esa relación literaria ocurrió en Madrid, en marzo de 1993, cuando Benedetti fue uno de los que presentó la última novela de su amigo: Cuando ya no importe.
En el remoto 1951 Onetti tuvo la iniciativa epistolar. Pero el establecimiento del contacto lo procuró el escritor que residía en Montevideo, quien le envió un ejemplar de su libro Marcel Proust y otros ensayos, publicado aquel año. La respuesta desde Buenos Aires no demoró mucho, porque Onetti tenía una verdadera avidez por estar en diálogo permanente con los jóvenes uruguayos (a quienes llevaba más de diez años), sobre todo los que hacían la revista Número: Idea Vilariño -con la que más tarde tendrá una relación sentimental-, Emir Rodríguez Monegal, Manuel A. Claps, Sarandy Cabrera y, desde luego, Mario Benedetti. Necesitaba estar al tanto de las novedades literarias uruguayas. En Argentina pudo publicar tres novelas, la primera y la última en editoriales prestigiosas: Tierra de nadie (Losada, 1941), Para esta noche (Poseidón, 1943), La vida breve (Sudamericana, 1950). Había llegado a ese gran mercado con la única credencial de un librito impreso en papel de estraza, El pozo (Montevideo, Imprenta Stella, 1939), un relato que pocos leyeron a excepción de los citados jóvenes. Pero Onetti no encontró demasiado eco en la crítica argentina, ni siquiera entre los animadores de la nueva e influyente Contorno -como lo prueba la nota de Viñas-, mientras que en Montevideo recibía fundados elogios de Rodríguez Monegal en Marcha y en Número -y antes aun de Carlos Martínez Moreno en Alfar-, así como la silenciosa (u oralizada) admiración de tantos otros. En 1951 se sumará Mario Benedetti con la redacción del prólogo a la compilación Un sueño realizado y otros cuentos, editada por Número, una de las motivaciones de esta correspondencia. Además, la relación de Onetti con los compatriotas de su edad era muy limitada, por lo menos carecía del grado de homogeneidad que ostentaban los escritores reunidos en torno a una serie de revistas e instituciones literarias uruguayas (Alfar, Meridión, AUDE), todas ellas muy castigadas por la 'generación del 45' (ver Carta 7). Cuando estableció su vínculo con el narrador residente en la otra orilla, Benedetti apenas pasaba los treinta años de edad, pero ya daba muestras de la prolífica actividad que hasta hoy lo caracteriza. Hacia el inicio de 1951 había publicado dos recopilaciones de ensayo (Peripecia y novela, 1948; el mencionado Marcel Proust...), un volumen de cuentos (Esta mañana, 1949) y dos títulos de poesía de los que, sintomáticamente, no hay el menor rastro en este diálogo: La víspera indeleble, 1945 (del que pronto abjuró) y Sólo mientras tanto (1950). Se encontraba, en suma, en el punto de partida de su vertiginosa carrera literaria, aunque estaba muy lejos de ser el actual escritor internacional y de masas. Es más, ni siquiera había conseguido eco en Buenos Aires, según puede advertirse en la última de las comunicaciones enviadas a Onetti:
Tengo la santa intención (y he preparado el mamotreto) de ofrecer a alguna editorial argentina un volumen de cuentos. Son 15 o 16, la mayoría inéditos, bajo el título y el tema común de Montevideanos. Llevo 7 libros publicados y humildemente debo confesar que estoy podrido de costear mis ediciones (Carta 9).
Con estos antecedentes y, sobre todo, con un conocimiento mutuo que sólo se daba por escrito, los asuntos sobre los que hablan no pasan la raya de lo 'público', salvo cuando se trata de proyectos personales. Entre el 51 y el 55 Onetti escribe y publica su novela Los adioses (que dedicará a Idea Vilariño), sobre la que deja caer algunas frases en esta correspondencia; también intenta otros libros que nunca publicará, por lo menos con los títulos y las formas definidas en la última de sus cartas (Todos nosotros y Pie de página). Durante la misma etapa, Benedetti redacta y publica su primera novela (Quién de nosotros, 1953), sigue haciendo crítica para la revista Número y escribe el libro de cuentos que lo colocará en el primer plano de los nuevos narradores rioplatenses: Montevideanos (1959). Fuera de esto, que no es poco y es lo medular, no había nada privado que tratar entre quienes tuvieron un primer y fugaz encuentro personal a comienzos de los cincuenta en una cervecería del Parque Rodó, según testimonios de Benedetti y de Idea Vilariño. Sólo hablan de literatura -en general de la propia- en un sincero y despojado intercambio de opiniones. Hablan de Número y del semanario Marcha, de la provinciana pero activa vida literaria de Montevideo, de algunas obsesiones, del presente y del futuro.
Hay cosas definidas con nitidez y que desmienten algunos lugares comunes sobre uno y otro escritor. Por ejemplo, la repetida imagen de que Onetti se niega a ingresar en el 'escalafón' y se mueve al margen del mundo, cuando en rigor desea, por la negación -o ad absurdum- la "gloria" postrera, como puede verse en los comentarios sobre el Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios, que revelan cierta sorpresa (y ansiedad) ante los criterios hermenéuticos empleados en ese servicio; busca, incluso, la pequeña e inmediata celebración -eso sí, acompañada de una retribución en metálico- aspirando a ganar el premio del Ministerio de Instrucción Pública. Por otra parte, contra la imagen cercana de un Onetti ermitaño, encerrado en una pieza y ensimismado, hay un escritor aún joven -que oscila entre los 42 y los 46 años- que sabe dialogar con alguien más joven, quien lo respeta sin la previsible veneración que podría llegar de otros, un escritor que participa de la vida cultural, un poco al sesgo, pero que está muy presente aun estando ausente del territorio uruguayo. Benedetti silencia su actividad como poeta. Esto quizá se deba a que los términos del diálogo se hacen con arreglo a la narrativa y el ensayo, tal vez porque considera que Onetti tiene una dudosa 'autoridad' en el género, o una escasa afinidad. Como sea, cifra todas sus esperanzas en convertirse en narrador "definitivo":
Me gusta hacer crítica, pero más, mucho más, me gusta hacer cuentos. No sé si me importa demasiado si haré algún ensayo definitivo de 300 páginas, pero sí me importaría hacer un cuento definitivo de 5, 10 o cualquier número de páginas (Carta 2).
III
Basta leer sólo una página, un solo párrafo de uno y otro autor para notar las enormes diferencias entre ambos, la singularidad de cada uno. En las cartas comparecen opiniones coincidentes. Los dos conciben, en un sentido muy 'moderno', la separación de funciones: hay narradores por un lado y críticos por otro (Rodríguez Monegal parece ser el modelo uruguayo para los dos); hay buenos y malos escritores; se puede uno entrometer en diversos ejercicios pero siempre habrá una 'verdad' última y honda. Onetti entiende que su destino es el de novelista y cuentista, por lo que se rehúsa a entregar una visión crítica sobre Céline, con quien, evidentemente, no quiere que se lo filie en exceso. Benedetti aspira a convertirse en un narrador y si hace crítica sólo es porque le atrae como una forma subsidiaria de la narrativa, una tarea más del escritor-lector, una versión del "poeta-crítico" que imaginara T. S. Eliot. La práctica de la ironía es otra nota común, aunque con diferentes matices. En Onetti adquiere densidad y elegancia que sirve de estímulo para el otro corresponsal, más afecto al retruécano, la broma punzante, la superposición de la lengua 'culta' con la 'popular'. El humorismo ligero o ingenioso de Benedetti concurre en su prosa de ficción (algo muy aplaudido por Onetti) y, poco después, podrá ser explotado en los artículos que firmó con el seudónimo Damocles en Marcha y en Peloduro.
Existe, más allá de las ideas básicas compartidas, una fuerte distancia entre los dos escritores. Hay una mirada muy crítica de Onetti hacia la concepción del libro de cuentos sin organicidad y de estructura miscelánea, una condena del mero "juego" que oculta o impide la expresión del pensamiento del autor (a propósito de Esta mañana); está la sospecha sobre el relato que sólo se rige por exigencias formales o "intelectuales" (acerca de Quién de nosotros). Por su lado, Benedetti rechaza la narración ambigua y nebulosa, que esconde o encubre la nítida lógica de los acontecimientos relatados (eso en relación a 'María Bonita' o 'La casa en la arena'). Quizá la mayor disidencia tenga que ver con la visión del mundo que producen las ficciones. Onetti reprocha, al pasar, en una carta de comienzos del 52, que en Esta mañana "la totalidad de los cuentos está chorreando exasperación y un poco de odio" (Carta 4). A su corresponsal no le pasa inadvertida esta señal: "Acerca de la exasperación y del odio, ya hablaremos. Pero no son inventados. Hay mucho de la vida prójima que huele mal y no puedo evitar que la nariz literaria se me frunza" (Carta 5).
No se habla de política. La ausencia podrá no sorprender a los lectores de Onetti -salvo del último-, pero sí a quienes conocen a un Mario Benedetti radical y engagé. Pero esa preocupación sobrevendría luego del triunfo de la Revolución cubana, en 1959, y con la paralela y simultánea erosión de la democracia uruguaya. Con todo, puede haber un atenuante: la censura. El gobierno peronista restringía el pasaje hacia Uruguay -donde se habían refugiado los enemigos del régimen- y sus controles autoritarios también afectaron la correspondencia. De todas formas, tanto uno como otro preferían transitar por un mundo de referencias y de interferencias literarias que les pertenecía más que cualquier otro y en el que ya estaban instalados con plena y legítima comodidad.
Pablo Rocca
CORRESPONDENCIA
1
[Mayo o junio de 1951]
Amigo Benedetti:
Hace tiempo que quiero agradecerle el M. P.1 y and etcétera. El momento es propicio; estoy solo y estoy desvirginizando una Royal. Le desconfiaba porque con la excepción de un alemán que se llama Curtius o algo parecido todo lo que he leído sobre Marcelo es una remolienda. Se me ocurría que ya no había nada para extraerle al pobre tipo; pero usted lo hizo. Estoy seguro de que mi entusiasmo no se origina en sus sonrisas o en que usted haya hablado en mi presencia del "estilo" de La vida breve; lo hice leer por gente difícil y hasta por snobs y todos fraternizamos. Le tenía guardada la confesión de que Esta mañana no me gusta; son cuentos que es necesario escribir pero no publicar. En el plano de lo que se llama creación usted tiene -hasta la fecha, hasta donde yo conozco- mucha habilidad y, en pedazos, talento. Pero el estamañanismo no resulta porque es falso, es juego. Si protesto es porque cuando juego a ese juego me juego del todo; usted no lo hace y, pa qué hablar, usted sabe mejor que yo que no lo hace. Ahora bien: consejos pedantes y fanáticas profecías: usted hará ensayos, que le dicen, y alguna vez hará alguno definitivo, de 300 páginas, rehuyendo la facilidad de la nota que no es más que un apunte para trabajo futuro. ¿Por qué no la liquidación de Proust, el tipo más importante en la novelística del siglo y sin embargo terminado? ¿Y por qué está terminado? Otra cosa que le propongo con animus jodiendus: la ampliación de los publicados apuntes sobre grupos y peñas. Sería muy bueno, estoy seguro. Lo de animus etc. va porque estamos lejos y usted puede haberse olvidado y creer que soy capaz de aconsejar en serio. Simplemente, me parece que usted puede hacer grandes cosas con ese tipo de cosas. Y profetizo que, después, usted incurrirá más, para mí, peligrosamente en lo que Borges ordenó llamar ficción. Porque uno de los aspectos de la joda está en que no se puede hallar competencia considerable en el terreno de escribir novelitas; si uno se deja endulzar por la vía libre existente en la cuenca rioplatense está perdido. Todo esto es buen motivo para que usted me brulotee en la más oportuna y próxima ocasión; pero, de todos modos, lo va a descubrir, no podrá hablar mal del todo de mí. Cuando esté problemático y podrido, escríbame y juro contestarle. Dígale a Sarandy que estoy completamente de acuerdo con la crítica de Homo ciudad2; sé que hubo ataque por el lado de Asir. Explíqueme por qué no apareció comentario de LVB3 en Marcha, ausencia que me hiere sentimentalmente: yo la hice, Marcha, durante años y desde el primer día. Presiento que la explicación verdadera será cómica4. Si ve a Idea, dígale que me debe dos libros suyos, de ella, y que es maravillosa5. Estoy un poquito borracho desde el principio de la carta; pero sé lo que digo6. Perdóneme la facilidad de los punto y coma, y coloque las comas que faltan. Otrosí: me deben el Nº 12 (o 12-13-14-15) de Nº. Mándelo y cóbrenlo de los derechos de autor de Prepara J. C. Onetti Sueño realizado y otros cuentos7. En: Raquel O. de Gil, Veracierto 1532 (5-2594) hay empaquetado un montón de El pozo esperando vendedores al 50 o 40%.8 Agregue saludos a Claps, alias la bondad invisible9.
Onetti
2
Montevideo, 23/IX/1951
Amigo Onetti:
Afortunadamente su carta no tenía fecha. Así puedo ignorar cuántos meses hace que estoy en mora10. Podría alegar que, de acuerdo a su consejo, estuve esperando hallarme problemático y podrido, pero la estricta verdad es que le había prometido dos cosas y no quería escribirle con saldo deudor. Ahora ya he transportado en el Volkswagen -así se llama la carrindanga que me compré; soy el único de los propietarios montevideanos que pronuncio correctamente el nombre- los Pozos desde Veracierto a lo de D'Elía11, y también está listo el prólogo de Sueño realizado12 y Bienvenido Alsina13 me parecen de lo mejor. Los otros dos me gustaron un poco menos, pero de cualquier modo no lo pude brulotear14. Sobre SR arriesgué una interpretación acerca de la cual no estaba muy tranquilo, pero el controvertido ERM -tipo que, desde cierto ensayo aparecido en Número, se ha transformado en autoridad máxima en narrativa onettiana15- opina que aun en el caso de no coincidir con las intenciones del autor, ha sido conseguida por medios legítimos. Claro que ahora el intranquilo será usted.
De sus profecías acerca de MB, no sé nada en concreto. De todos modos, gracias por su interés sobre mi MP y su difusión entre los snobs y la gente difícil16. Puede ser que me vaya convenciendo de que soy un pasable crítico de los otros y un pésimo, un alfaresco17, un comprometido crítico de mí mismo. Francamente, no me haría gracia. Me gusta hacer crítica, pero más, mucho más, me gusta hacer cuentos. No sé si me importa demasiado si haré algún ensayo definitivo de 300 páginas, pero sí me importaría hacer un cuento definitivo de 5, 10 o cualquier número de páginas. Usted dice que el estamañanismo es juego, es falso, que no me juego del todo y que lo sé mejor que nadie. No niego que el estamañanismo sea mediocre; más aún, lo veo mediocre por muchos lados y ninguno de mis cuentos me ha dejado conforme. Pero niego que para mí sea un juego (especialmente, en 'Idilio', 'Como un ladrón', 'La vereda alta') y menos aún que yo lo sepa mejor que nadie. Además, como usted profetizaba, he reincidido: terminé una short story o nouvelle o simplemente novelita -se llama 'El último viaje'- y dos o tres cuentos cortos que probablemente reuniré en un volumen18. No quiero que imagine que tengo demasiados resentimientos y cosquillas; como crítico, me revientan los tipos susceptibles que se ofenden ante cada dudador de su presunta genialidad. Simplemente, que los cuentos me importan, que no juego con ellos sino que trato de hacerlos en serio. De modo que si son mediocres o estúpidos u horribles, soy en realidad mucho más culpable y menos lúcido de lo que usted imagina. Y sepa que no descarto en absoluto que sea ésta la única verdad, porque usted es un lector inteligente, un lector crítico, y su opinión importa y además coincide, lo confieso, con la de otros lectores críticos e inteligentes.
Y a otra cosa: ¿Qué le viene pareciendo Número? Proyectamos sacar en 1952 una entrega doble o triple -es decir, tan gordo como el del 900- sobre Existencialismo (filosofía y literatura). Por mi parte, la emprenderé con Kafka y Dostoiewsky.
Leímos su María Bonita19. Parece bueno pero poco independiente. Presiento que el lector se quedaría en ayunas. En 'El Señor Albano' también se quedaba un poco, pero podía atribuirlo a oscuridad deliberada20; aquí en cambio es evidente que se trata de un fragmento de novela.
Lindo revuelo ha armado la nota de Alsina. Hay quien cree que es mejor que la de Emir. Hay quien opina que es una guarangada. Creo que más bien es lo último y le dije a Alsina que era la primera vez que lamentaba no escribir más en Marcha -a raíz de un antiguo lío con Quijano- porque era difícil resistir la tentación de hacerle varios goles con las pelotas que dejó boyando. Además, es evidente que no alcanza haber leído todos los libros de Onetti para escribir sobre una novela, aunque ésta sea casualmente de Onetti21. Bueno, se me acabó la cuerda. No se olvide que juró contestarme; por mi parte le aseguro una respuesta rápida, no como esta vez.
Benedetti
3
[Octubre de 1951]22
Amigo Benedetti:
Habrá que conversarlo personalmente para que se aclare. Creo que hay algo indiscutible: los cuentos de Esta mañana tienen, casi cada uno, técnica distinta, 'sensibilidad' distinta, distinto enfoque de la vida. Es seguro que me hubiera gustado si los hubiera leído por separado. Recuerdo que cuando vi 'El presupuesto' en Número23, me pareció muy bien hecho, aunque no era 'mi cuerda'. La objeción que hago es que el conjunto no me deja saber quién es usted. Ya hablaremos, espero, porque una semana de éstas tendré que ir por Montevideo. Tengo muchas ganas de leer el prólogo a Sueño Realizado (sic), enterarme de su interpretación de los símbolos que aseguran que existen. En un final de 'capítulo' de El Pozo se habla de "las violadoras de niñas"; debe ser "los violadores". Aunque tal vez el aviso llegue tarde y la edición se haya agotado24. Felicítelo a Claps por los votos para el premio estímulo; esperamos que este feliz acontecimiento lo ayude a perseverar. ¿No está por salir un Nº? Debo presentar mi formal renuncia al cargo de comentador de Céline para el Número existencial; tengo mucho respeto por las disciplinas que me son ajenas, no quiero publicar un "trozo de ficción" con el nombre de crítica25. Pero quedo a las órdenes para lo que pueda ayudar; tal vez deseen pedir colaboración a alguien de Baires. Ustedes dirán. Esta tarde me siento feliz y muy perezoso.
Pero esta mañana, no; se me vino arriba una cantidad de trabajo, traducciones sobre el arte de anunciar y vender, sobre televisión y cualquier cosa. Esta carta se interrumpió hace días, como 15, y me ha sido imposible escribir una línea a nadie. Como siento que se la debo, trato de concluirla y mandársela. El viaje a Monte se postergó; será para el verano. Hablando de otro, la intuición me aconseja creer en El último viaje. ¿Cuándo la leemos? También yo ando dedicado a novelitas; hice una, Los Adioses, que Emecé no se decide a decirme que no la publica, y juego a veces con otra, me defiendo de que se alargue y se convierta en novela26. Pero el juego principal consiste en pensar que para el año próximo me haré un psicoanálisis o un régimen opoterápico27, me cambiaré el mood (sic) y organizaré mi vida a fin de escribir con regularidad y contestar a buen tiempo las cartas. Saludos cordiales; escríbame.
Onetti
428
[Enero de 1952]29
Amigo Benedetti:
Muy agradecido por el prólogo-estudio. Creo que usted tiene razón en todo lo que dice y si hay algo para pelear ya lo encontraré en la relectura, imposible ahora porque los tres sueños desaparecieron apenas llegados30. Tal es mi popularidad en el progresista barrio de San Telmo, Parroquia de la Concepción. (En El Aleph hay un cuento con nombre raro, aquel de la moneda misteriosa; Borges dice que anduvo bebiendo cañitas de durazno o guindados uruguayos o no sé qué otro exceso, y en la madrugada, por o en boliches de Tacuarí e Independencia, justo donde vivo y paro; consultados los muchachos del barrio negaron con la cabeza31). Pero sí hubo ya relectura de Último viaje etc. y de Esta mañana etc. Estos últimos viajes me gustaron mucho y sirvieron para mejorar mi opinión del estamañanismo. Personalmente -y a usted no le importa- sólo hago reparos a lo que es pintoresquismo no cocinado, taquigráfico (por ejemplo, el primer viaje en ómnibus; me entusiasma en cambio la frase ya inmortal "guapos hubo en Maracaná y en la historia patria" y también la ya adoptada "qué pandeiro mamita qué pandeiro". Cito de memoria). Recuerdo cosas excelentes en el relato del tipo que viene a visitar al viudo; también en la que ama a Alberto, sacando lo excesivamente sentimental. En resumen, siga que va muy bien. Pero, ahora, ¿hasta dónde? Agrego esto porque la totalidad de los cuentos está chorreando exasperación y un poco de odio. Claro que se trata de cosas para conversadas. Si usted fuera mi esclavo le encargaría una novela, corta, de unas 200 páginas, con técnica simple, con prohibición de monólogos interiores, en la que usted, sin proponérselo, se descargaría de las dichas cosas que chorrean. Después veríamos; después usted se inclinaría hacia una literatura más tranquila y segura, más 'clásica', más lúcida, rigurosa, numerista en suma. Sin dejar de ser Benedetti, claro. Guarde esta carta y déjela en mano de los cuervos del Instituto de Investigaciones, ya que es profética. Le doy mi palabra.
Hablemos de bisnes, por favor: Quiero presentar Sueño al concurso ministerial. ¿Puede ayudarme? Como usted vive en Malvín y posee un susceptibles, podría correrse hasta la casa de mi hermana, Veracierto 1532, UTE 5259432 entregarle los ejemplares necesarios e indicarle qué clase de papel sellado y texto debe hacerme llegar para que yo lo devuelva firmado. Se agradecerá. Otro: ¿No piensan mandarme más ejemplares de autor? ¿Por quién debo votar para el jurado? ¿Por qué Martín Muller recibió el último Número y un humilde servidor no? Ah, si le da los libritos a mi hermana agregue otro para ella, por favor. Algún día retribuiré molestias y bondades. Saludos a los amigos.
Onetti
5
[Enero o febrero de 1952]
Amigo Onetti:
Antes que nada, tranquilizarlo; como su Sueño y mi Viaje estuvieron prontos recién el 31 de diciembre (toda una hazaña, por la huelga de gráficos) fecha en que, con la nueva reglamentación, vencía el plazo para presentación de obras al Concurso del Ministerio, y como por eso mismo no había tiempo para consultas pero era fácilmente imaginable que usted querría desafiar nuevamente el dictamen de los barbudos, me tomé la libertad de presentarlo junto con el mío y de llenar y firmar su ficha, cosa que me permitieron hacer porque era el prologuero. No hay de qué.
Debo enterarlo además de que en la mencionada nueva reglamentación habrá aproximadamente un jurado por género (es decir, uno para poesía y poemas en prosa; otro para cuento, novela y biografía; otro para teatro; otro para ensayo; otro para literatura infantil), premios separados en cada jurado, todo lo cual me parecería muy bien si lo utilizaran muy bien, lo que es imposible. Sin embargo, no todo es tan edificante y hay otra novedad; no hay más representante de los autores en el jurado, de modo que nos evitan la preocupación de votar a conciencia y conveniencia. Además, hay que presentar 15 ej. en la Biblioteca en vez de 10 en el Ministerio ¡y la Biblioteca los paga! Yo cobré los $13 suyos y van camino de la Imprenta. Recién hoy irá Sueño a la venta. Libr. Salamanca prometió media vidriera, de modo que aquí es tan famoso como en San Telmo, Parroquia de la Concepción. Mañana mismo organizaré el envío del último Número y de otros Sueños y dejaré un par de éstos en casa de su hermana.
Lo de "las violadoras de niñas" llegó tarde, porque El Pozo había sido ya vendido a la Bibl. Nal. y además había salido a librerías. Lo peor fue que Claps me había pasado el dato, pero me dijo que era en (Un) Sueño Realizado. A mí la frase no me sonaba, pero como todavía había tiempo pues estaba en prueba de página, me leí OTRAS TRES VECES todos los cuentos y después renuncié, convencido de mi Idiotez y otras Taras. Ahora he recuperado la estimación de mí mismo. Le agradezco de veras su impresión de mi Viaje y creo que es bastante cierto aquello de que en Esta mañana los cuentos tienen cada uno técnica y sensibilidad distintas. No me faltan ganas para emprender la novela de 200 páginas. Quién sabe. Acerca de la exasperación y del odio, ya hablaremos. Pero no son inventados. Hay mucho de la vida prójima que huele mal y no puedo evitar que la nariz literaria se me frunza.
Cuando se le antoje escríbame sobre el 15-16-17 de Número que todavía no recibió. Nosotros entendemos que es la mejor entrega, pero claro no vemos la viga. ¿Qué le parece el Concurso de Cuentos? Si encuentra bastante regularcitos los premiados, imagínese cómo serían los otros. Brrrrr. Algo traté de explicar en la nota de introducción pero no se podía decir todo33.
Lamentablemente el costo de este gordo, agregado al déficit que ya soportábamos, nos ha dejado al borde del suicidio. Pero, con semejante deuda, ni siquiera tenemos derecho a suicidarnos. Así que habrá que seguir con el corazón hecho de tripas y el futuro hecho de cárceles. No sé hasta dónde. Mientras tanto, somos tan prestigiosos que Emir fue nombrado representante de Número en el Jurado de Cine de Punta del Este, junto con los petizos de Marcha34. Algo más: ¿Habría posibilidad de vender Sueño Realizado en Baires? Aquí se vende a $ 2.90. Ud. dirá. Saludos cordiales
Benedetti
635
[Segunda mitad de 1952]
Amigo Benedetti:
No le escribo a usted, sino a la Patria. (Calcule, de aquí a cien años, a los diez de mi muerte, el brillo o punta que pueden sacarle a la frasecita esa los muchachos del Instituto. ¿O sueña usted que será superada en difusión y prestigio por "¡Qué pandeiro, mamita!"?) ¿Para qué le escribo? Bueno, por charlar, porque extraño la cuna compartida con el pibe Ducasse, la buena gente y la otra. Y, sobre todo, para probar suerte y ver si hay posibilidad de conseguir chismes o recortes o cualquier cosa vinculada a la vida literaria de esos pagos. Me escribieron que [en] un artículo decía Emir que mis libros se agotaban. Es un excelente gag para vender a los hermanos Marx. Si logro documentarlo lo trasladaré al sufrido editor de la VB para que se convenza de que las pilas de libros que continúa almacenando zon (sic) entelequias, hombre. Bueno, hábleme de la nouvelle que estaba terminando hace un año o dos. Dígame qué hace la gente. Recibí el último Número, pero tengo que rescatarlo de casa de un amigo. Tuve tiempo de mirar los poemas traducidos por Idea y ando buscando el disco de 'Si tú te imaginas'36. Si alguna vez le viene bien mándeme algunos sueños realizados (sic), para admiradores. Pero hay además gente interesada en venderlo acá; una editorial vinculada a librerías. No sé si es posible; en ese caso se podría hacer lo mismo con todos los libros editados por Número. Pienso que el problema principal estará en el precio. Para que pueda saciar la curiosidad de las grandes masas, le aviso que acabo de corregir pruebas de la novelita del Hotel Carena37. En cuanto a Emir, si acabó de desempolvar y poner orden para Aguilar38, que conteste alguna de mis cartas de dos años atrás. Dígame cómo anda la salud de Idea y si Claps ya se hizo millonario.
Onetti
7
26/6/53
Amigo Onetti:
Veo que está un poco obsesionado por la capacidad exhumadora del Instituto. No es para tanto. El INIAL ha publicado un solo número de su Revista, y el Director (el poeta R.I.P.39) sigue agregando tomos a sus propias obras inéditas. Me estoy convenciendo de que el Instituto ha sido creado para velar por la ineditez de la literatura nacional. Después de todo, acaso sea una manera sutil de conservar el prestigio de nuestras bellas letras. Claro que esto (que es una ironía) no afecta ni a Ud. ni a mí ni a los otros próceres (somos pocos y [sic]) que menciona Emir en su nota del último viernes. (Consultado este crítico sobre la referencia a libros agotados, confiesa haberse atenido a Sueño Realizado.)
En serio, hace tiempo que pensaba escribirle; para ser estricto, desde que Sur publicó 'El álbum'. Empecé a leerlo y tuve miedo del tema; por eso me gustó más, porque lo salva. Además, está muy bien hechito40, como dice la cartelera cinematográfica de Marcha. ¿Pertenece al género 'cuento' o al género 'capítulo'? Después de 'El Sr Albano', me permito desconfiar, y en la duda, atenti41 (como dice, con las mejores intenciones, un tarado de mi Oficina). Si es cuento, debe ser su mejor; si es capítulo, no sé. De todos modos, lo he incluido en la antología ideal de cuentos nacionales que nunca editaré porque la modestia me impide incluir los míos. ¿Quién le publica la nov[ela] del Hotel Carena? Verdaderamente, un hotel predestinado.
La nouvelle que NO estaba terminando hace dos años se llama Quién de nosotros y ahora está pronta. Unas 70 páginas a aparecer no se sabe cuándo42. Aunque allí no hay grandes masas a la espera de mis partos literarios, sepa que estoy trabajando como enano laborioso en un Flaubert que me ha encargado una editorial que, si no se funde antes de tiempo, va a organizar Menafra43. Terminé -además del Greene aparecido en el N[úmero] Nº 2144- un trabajo sobre cuento-nouvelle-novela, que aparecerá en el N[úmero] Nº 2245. El déficit de Número es alarmante, la Biblioteca nos debe cerca de $ 4 000 y no hay síntomas de pago. Por otra parte, los premios del Ministerio se han convertido en algo remoto. Desde que las remuneraciones fueron aumentadas, los jurados y todo el mecanismo responden al grupo Meridión (Manuel de Castro, Juvenal Ortiz Saralegui, Basso Maglio, J. J. Casal, Arsineo (sic) Moratorio, el peruano Abril, Zarrilli46, etc.) y son premiados casi exclusivamente los meridionales. Tuve oportunidad de leer los fundamentos de votos del último Concurso. Ayay. Ésta debe ser la época más ridícula que han vivido las letras nacionales. Meridión lleva las riendas de AUDE y AUDE tiene a Zavala47 bajo su prepucio. Fuera ese trust sólo quedan Número y Asir, nada afines por cierto, con sus problemas privados, su difícil supervivencia y su cordial enemistad. Ahora estamos preparando con Emir y Real48 una entrega especial de Número sobre la situación actual del escritor en el Uruguay. Se dirán algunas verdades tristes y malolientes, otro motivo para que los últimos indecisos nos incluyan en sus primeras maldiciones49. Limelight ha movido el ambiente de los críticos de cine. El eje Alfaro-Alsina no se pone de acuerdo. A Alfaro le gustó, pero Alsina desparrama su opinión de que le parece un mamarracho. La vi dos veces, no soy crítico, me parece notable. Acaso la anticursilería sea nuestra peste crítica50.
La Comedia Nacional estrenó Peñasco de Alejandro Calipso (la variación pertenece a un speaker local)51. Otra de griegos, "correcta publicación de Número", aburrida en tres actos. Denis, en cambio, abandonó Grecia y escribe ahora sobre contemporaneidades52. No hay más chismes. Agrego la nota de Emir que se menciona arriba. Saludos
Benedetti
853
[Primera mitad de 1954]54
Amigo Benedetti:
Hace un tiempo le escribí a Idea e incluía en la carta un mensaje para usted. Hoy me entero de que Idea está en Europa55; es seguro que no recibió aquella obra maestra del epistolario universal.
El mensaje es éste: Sur decidió publicar una novelita mía llamada Los Adioses. Me pidieron que redactara la solapa y no me gustó hacerlo; terminé por facilitarles material para que la hicieran ellos. Les di, entre tantas exégesis, Un sueño realizado y ve que han usado alguna frase del prólogo escrito por usted. En fin, les dije que usted no se iba a enojar y me creyeron. Trate de no desmentirme56.
Leí, claro, Quién de nosotros. En el principio fue la puteada porque acababa de escribir otra novelita que según parece tiene que llamarse forzosamente Todos nosotros57. Y porque acababa de escribir una novela más larga que casi se llama Pie de página y que estaba o está salpicada de notas explicativas. Su novela me parece muy bien escrita y muy bien hecha; no es un defecto pero sí para mí que entre en la categoría de 'intelectual'. Me gusta más el Benedetti que se entrega, que piensa y planea menos; por esto me desconcertó la crítica de Martínez Moreno58.
Siempre con ganas y esperanzas de darme una vuelta por ahí y charlas de tantas cosas.
Onetti
9
18/4/55
Amigo Onetti:
Hace un rato largo que debía haberle escrito sobre Los Adioses. De todos modos, le envío aquí una reseña nonata que debió salir en Número. Martín, que estuvo presente, le habrá contado los pormenores. (En Número va una reseña de Emir59.) Espero estar el 10 de mayo en Buenos Aires y que para esa fecha no queden ya rastros de la puteada. Tengo la santa intención (y he preparado el mamotreto) de ofrecer a alguna editorial argentina un volumen de cuentos. Son 15 o 16, la mayoría inéditos, bajo el título y el tema común de Montevideanos60. Llevo 7 libros publicados y humildemente debo confesar que estoy podrido de costear mis ediciones.
¿Habrá alguna posibilidad? Le pido que me aconseje hacia dónde convendría rumbear y si vale la pena. Hasta pronto y saludos
Benedetti
Notas:
1 Se refiere al volumen de Mario Benedetti Marcel Proust y otros ensayos. Montevideo, Número, 1951. En cuanto a la fecha probable de la carta véase notas 2, 8 y 10.
2 Se refiere a Sarandy Cabrera, poeta y miembro de la revista Número y colaborador de Marcha. Alude a la reseña escrita por Cabrera sobre el libro de poemas Homo ciudad (1950), de Saúl Pérez Gadea, publicada en Marcha el 6 de abril de 1951. Esta referencia permite conjeturar, con bastante certeza, de que la carta fue escrita hacia principios de mayo de aquel año.
3 Abreviatura de La vida breve, novela de Onetti que había sido publicada en 1950 por Editorial Sudamericana de Buenos Aires.
4 El pasaje relativo a Marcha deja entrever dificultades circunstanciales y quizá enconos con los responsables del semanario, dirigido por Carlos Quijano. En efecto, Onetti fue el primer Secretario de Redacción del periódico y, entre otros textos, redactó la columna 'La piedra en el charco', con el seudónimo Periquito el Aguador. Sus notas y cuentos del período fundacional, entre junio de 1939 y mediados de 1941, están recogidas por Jorge Ruffinelli en Requiem por Faulkner y otros artículos. Montevideo, Calicanto, 1974; Omar Prego en Cuentos secretos. Periquito el Aguador y otras máscaras. Montevideo, Biblioteca de Marcha, 1986 y María A. Petit en Periquito el Aguador y otros textos, 1939-1994, Montevideo, Cuadernos de Marcha/Intendencia Municipal de Montevideo, 1996. Una nota de Onetti que evoca esa primera época del semanario: 'Quijano era Marcha', en Jaque (Separata), Montevideo, 28 de diciembre de 1984: 8.
5 Por la fecha de la carta, hacia la mitad de 1951, debe referirse a los que, hasta entonces, eran los dos libros de Idea Vilariño: Paraíso perdido (1949) y Por aire sucio (1951).
6 Esto tiene un alto valor documental, ya que los jóvenes asireños afirman que el tipo escribe alcoholizado. Otra manera de plagiar a Faulkner. (Nota del Autor. Abajo, manuscrita, figura la firma de Onetti.)
7 Primera mención a uno de los motivos más recurridos en la correspondencia con Benedetti: el volumen de cuentos Un sueño realizado y otros cuentos, que Número preparaba para su publicación. Ésta se concretó en 1951. El libro compila el cuento epónimo, 'Bienvenido Bob', 'Ebsjerg, en la costa' y 'La casa en la arena', con un prólogo de Mario Benedetti. El colofón del volumen indica: "Este libro, editado por Número, se acabó de imprimir el 20 de diciembre de 1951, bajo el cuidado de Sarandy Cabrera, en la Imprenta "Rosgal", Ejido 1624, Montevideo".
8 Onetti entrega a beneficio de Número los ejemplares de El pozo que le quedaban, tres lustros después de su publicación en diciembre de 1939. La referencia en esta carta, así como otra más adelante, prueban este acto de generosidad y afecto hacia la revista y sus miembros. Asimismo, en el Nº 15-16-17 de Número, junio-diciembre de 1951, aparecerá dentro del aviso general de las publicaciones del sello, la noticia de que El pozo está "en distribución". Es ésta otra prueba de la fecha de la carta: debió de escribirse en mayo o a comienzos de junio.
9 Se refiere a Manuel Arturo Claps (Buenos Aires, 1921-Montevideo, 1999), profesor y filósofo, codirector fundador de Número, a quien Onetti había entregado en Buenos Aires el capítulo 'El señor Albano' (ver nota en primera carta de Mario Benedetti).
10 La redacción de la carta en octubre y la referencia a los "meses" que han pasado, va en favor de la hipótesis de que Onetti escribió su primera comunicación en la primera mitad del año 51, hacia mayo o principios de junio.
11 Esto es: ha llevado los ejemplares de El pozo, según le había indicado Onetti, desde la casa de la hermana de éste (Raquel Onetti de Gil) situada en el Buceo, hasta la céntrica librería de Héctor D'Elía, distribuidor de Número y de todas sus publicaciones.
12 Se refiere al prólogo que escribió para Un sueño realizado y otros cuentos, ya mencionado en nota 7.
13 "Bienvenido Alsina" es una ironía: cambia el título de 'Bienvenido Bob', cuento incluido en el libro dedicado por Onetti a HAT (Homero Alsina Thevenet), con quien había mantenido una larga amistad desde 1939. El precoz Alsina, mucho menor que Onetti, puesto que el primero nació en 1922, se trasladó a Buenos Aires en 1941 y convivió con su amigo y maestro en un apartamento céntrico de aquella ciudad.
14 Esos "otros dos" son 'La casa en la arena' y 'Esbjerg, en la costa'.
15 Se trata de Emir Rodríguez Monegal, quien acababa de publicar en Número el extenso artículo 'Juan Carlos Onetti y la novela rioplatense', Nº 13-14, marzo-junio 1951: 175-188. Artículo fechado en "Cambridge, abril de 1951", ya que entonces el autor se encontraba en Inglaterra en usufructo de una beca del British Council.
16 MB: Mario Benedetti; MP: Marcel Proust y otros ensayos, en particular el trabajo sobre Proust que Onetti tanto elogia en su comunicación.
17 Alude con este neologismo a la revista Alfar, cuyas prácticas críticas no solían pasar del intercambio de cortesías. Frente a esa generosidad (o blandura), la 'generación del 45' opuso el "alacraneo", la crítica sin concesiones.
18 En 1951 las Ediciones Número publica el volumen El último viaje y otros cuentos, de Mario Benedetti. En lo sucesivo, este libro no sería reeditado, sino que sus cuentos se redistribuirán en otros títulos, sobre todo en Montevideanos (Montevideo, Alfa, 1959) hasta llegar a la edición de Cuentos Completos, que distintos sellos internacionales han dado a conocer desde mediados de los setenta.
19 El uso del plural relacionado con el texto onettiano, prueba que 'María Bonita' (a la postre incorporado como pasaje de Juntacadáveres, Montevideo, Alfa, 1964), fue remitido para su publicación en Número. Está claro, asimismo, que la revista terminó por rechazar su publicación. Sólo apareció, casi un año después, en Marcha, cuya sección literaria estaba dirigida por Emir Rodríguez Monegal. El texto fue precedido del siguiente acápite, sin firma, aunque seguramente de Rodríguez Monegal: "Estas páginas pertenecen al capítulo inicial de una novela que Onetti está escribiendo. El argumento de la misma le fue proporcionado por Carlos Martínez Moreno, el que a su vez ha escrito sobre el tema una nouvelle (VILLA ELISA) que aún se mantiene inédita" (Marcha, Montevideo, Nº 628, 27 de junio de 1952, 2ª sección: 26-27). Hasta ahora, esa novela corta de Martínez Moreno sigue inédita, al menos con ese título.
20 'El señor Albano' es un capítulo de La vida breve (Buenos Aires, Losada, 1950), que se publicó originalmente con ese título y sin otra indicación, en Número, Montevideo, Nº 2, mayo-junio 1949: 91-109. En una reseña de las primeras entregas de esta revista, Benedetti anotó sobre este texto onettiano: "Un cuento de Juan Carlos Onetti, 'El señor Albano', representa las mejores páginas que ha publicado Número. Desde el equívoco del título hasta ese final incierto en que la angustia y el cansancio se vuelven acogedores, esta de Onetti constituye una de sus más absorbentes narraciones, y en ella está presente todo lo bueno que anunciaba su frustrada Tierra de nadie" ('Revistas Nacionales: Número', M[ario] B[enedetti], en Marcha, Montevideo, Nº 493, 2 de setiembre de 1949: 22).
21 La nota en cuestión es una larga y durísima reseña de La vida breve: 'Una novela uruguaya', de Homero Alsina Thevenet, en Marcha, Nº 590, 24 de agosto de 1951: 14-15.
22 La carta fue redactada entre el arribo de la de su corresponsal, hacia fines de setiembre o principios de octubre de 1951, y la publicación de Un sueño realizado, diciembre de ese año. Además, hay una interrupción de una quincena, como consta claramente en el texto.
23 En efecto, el cuento 'El presupuesto' se publicó por primera vez en Número, Nº 5, noviembre-diciembre 1949: 377-383.
24 La aclaración posee una gran relevancia. En efecto, en la primera edición de El pozo, y hasta entonces única -ya que se reeditó por primera vez en 1965 (Montevideo, Arca)-, consta: "Y si uno se casa con una muchacha y un día se despierta al lado de una mujer, es posible que comprenda, sin asco, el alma de los violadores de niñas y el cariño baboso de los viejos que esperan con chocolatines en las esquinas de los liceos" (El pozo. Montevideo, Imprenta Stella, 1939: 57). La curiosa errata fue enmendada en 1965. ¿O fue un tardío acto de arrepentimiento de Onetti?
25 La invocada entrega de Número sobre 'Existencialismo y literatura', a la que aludía Benedetti en su carta anterior, nunca salió como tal. Ni Benedetti escribió sobre Kafka y Dostoiewsky ni Onetti aceptó el reto de un artículo sobre su admirado Louis Ferdinan Céline. No obstante, varios años más tarde, escribirá una nota sobre Céline: 'Para Destouches, para Céline', en Marcha, Montevideo, 1º de diciembre de 1961 (Incluido en Requiem por Faukner y otros artículos, op. cit.: 154-158.)
26 El colofón de Los adioses indica que "Este libro se terminó de imprimir el día 11 de junio del año mil novecientos cincuenta y cuatro, en la Imprenta López, Perú 666, Buenos Aires, República Argentina". Casi tres años antes, como lo prueba esta carta, Onetti tenía escrita su novela. El editor, al fin, no fue Emecé sino Sur, la revista-editorial dirigida por Victoria Ocampo.
27 Si piensa divulgarlo, hágalo con prudencia. (Nota del Autor)
28 En papel con el membrete "Editorial Ímpetu. Tacuarí 163-37-7349".
29 La frase inicial de la carta permite conjeturar que la misma se haya redactado en el filo de los dos años (1951-1952), ya que -según se detalló en la nota 7-, el libro que motiva esta carta salió de la imprenta a fines de diciembre de 1951.
30 Se refiere, como es obvio, a que los tres ejemplares remitidos desde Montevideo de Un sueño realizado y otros cuentos fueron obsequiados o prestados a algunos amigos de Buenos Aires sin identificar.
31 Se trata del cuento 'El zahir', en el que el narrador-protagonista se introduce, en determinado pasaje, en un almacén de "la esquina de Chile y Tacuarí". Eso sí: sólo bebe "caña de durazno".
32 Esto último es el teléfono. La sigla UTE hasta la fundación de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL), a mediados de los setenta, significaba Usinas y Teléfonos del Estado.
33 En la voluminosa entrega 15-16-17 de Número (442 págs.), de julio-diciembre 1951, se publican los resultados del concurso convocado por la revista y los textos favorecidos: 'Inocencia', de Omar Prego Gadea y 'La máscara', de Juan Luis Cavo (primer premio compartido); 'El solitario', de Sául Pérez (segundo premio); 'El fracaso', de Günther Schnapp (tercer premio), 'Las confidentes', de Julio Rossiello y 'El Arco Iris de Andrés', de Irene Gebhardt (menciones). El comentario titulado 'Concurso de cuentos', que precede la publicación del acta y de los textos, que va sin firma pero en esta carta reivindica Benedetti, dice que el certamen llamado por Número y la Asociación Cristiana de Jóvenes recibió la comparecencia de 129 cuentos. El jurado estaba integrado por Ruben Areán, Mario Benedetti, Carlos Martínez Moreno, Carlos Real de Azúa y Emir Rodríguez Monegal.
34 Se refiere a los dos críticos de cine de Marcha: Hugo R. Alfaro (1917-1996) y Homero Alsina Thevenet.
35 Una nota manuscrita, a lápiz, perteneciente a Mario Benedetti, indica la fecha de redacción de la carta: 27/5/53, seguramente tomando en cuenta el matasellos del sobre, que no tuvimos a la vista. Escrita en papel con el membrete "Editorial Ímpetu. Tacuarí 163-37-7349".
36 Esta alusión corresponde a los poemas de Raymond Queneau, traducidos del francés por Idea Vilariño: 'Si tu t'imagines' (Si tú te imaginas), 'Tant de suer humaine' (Tanto sudor humano) y 'Le Havre de Grace' (El Havre de Gracia), incluidos en la entrega 20 de Número, Montevideo, julio-setiembre 1952: 258-263, con presentación de Emir Rodríguez Monegal: 256-257.
37 Alusión a Los adioses.
38 Por esa fecha Rodríguez Monegal trabaja febrilmente en la preparación de las Obras Completas, de José Enrique Rodó, que se publicarán en ese sello madrileno en 1957.
39 Se refiere al poeta, profesor y crítico Roberto Ibáñez (Montevideo, 1907-1978), fundador y director del Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios (INIAL), entonces independiente y, más tarde, en 1962, absorbido por la Biblioteca Nacional con el nombre de Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional. En ese año Ibáñez fue removido de su cargo. La cruel ironía es evidente: las dos letras iniciales de la invocación fúnebre R.I.P. (Requiescat In Pace) coinciden con las iniciales del aludido. El único número de la Revista del INIAL salió en 1947, bajo la dirección interina de Carlos A. Passos, cuando Ibáñez se encontraba en Europa. Sólo en 1961, éste publicaría otra revista del INIAL, Fuentes, que tampoco pasó del número inicial.
40 Subrayado por el autor en el original.
41 Subrayado por el autor en el original. (Sobre 'El señor Albano' véanse notas 9 y 20.)
42 Quién de nosotros salió por el sello Número a fines de 1953.
43 Benedetti nunca publicó ese trabajo sobre Flaubert, quizá porque el editor, el crítico y profesor Luis Alberto Menafra, falleció en 1955.
44 'Arte y artificio en las novelas de Graham Greene', en Número, Montevideo, Año 4, Nº 21, octubre-diciembre 1952: 301-320. Recogido en Sobre artes y oficios. Montevideo, Alfa, 1968 y en posteriores compilaciones.
45 'Tres géneros narrativos: cuentos, nouvelle y novela', en Número, Montevideo, Año 5, Nº 22, enero-marzo 1953: 82-92. Recogido en Sobre artes y oficios. Montevideo, Alfa, 1968 y en posteriores compilaciones
46 Se refiere, en realidad, a Arsinoe Moratorio, así como al escritor peruano Xavier Abril radicado en Uruguay y al poeta Humberto Zarrilli.
47 Se trata del escritor y político batllista Justino Zavala Muniz (1898-1968) y de la Asociación Uruguaya de Escritores (AUDE), a la cual gran parte de la 'generación del 45' rechazó y combatió, como esta carta lo demuestra.
48 Emir Rodríguez Monegal y Carlos Real de Azúa.
49 Igual que el número 'gordo' sobre 'Existencialismo y Literatura', también esta entrega especial fracasó.
50 Limelight, filme dirigido por Charles Chaplin estrenado en Montevideo en 1952.
51 Se refiere a la pieza dramática en tres actos Calipso, de Alejandro Peñasco, publicada por Ediciones Número en 1952 y estrenada por la Comedia Nacional en el Teatro Solís en 1953, con la puesta en escena y dirección de E. Acevedo Solano. (Más detalles sobre el estreno de esta pieza en La historia de la Comedia Nacional, Juan María Vanrell Delgado. Montevideo, Intendencia Municipal de Montevideo, 1987: 69.)
52 Se refiere al dramaturgo, poeta y narrador Carlos Denis Molina (1916-1983).
53 En papel con el membrete "Editorial Ímpetu. Tacuarí 163-37-7349".
54 La fecha tentativa responde a la referencia sobre la inminente aparición de Los adioses (véase nota 25) y al comentario de la nota de Martínez Moreno sobre la novela Quién de nosotros, de Mario Benedetti (véase nota 57).
55 Los adioses está dedicada a Idea Vilariño. Según nos comunicara la poeta en Montevideo, a principios de 1999, Onetti le envió dos ejemplares a Suecia, donde se encontraba acompañando a su hermana. Uno de ellos con algunas correcciones manuscritas que aún no se han incorporado. La colección 'Archivos' de la UNESCO prepara, bajo la dirección de Daniel Balderston, un volumen de novelas cortas de Juan Carlos Onetti, de próxima aparición. El cuidado de la edición de Los adioses me correspondió.
56 Éste es el texto de la primera solapa de Los adioses, ed. de Sur que, en efecto, sin mencionar fuente, toma algunas frases del prólogo de Benedetti: "Esta novela corta de JUAN CARLOS ONETTI está hermanada con sus obras anteriores: Tierra de nadie, Para esta noche y La vida breve. También aquí reconocemos la misma atmósfera de pasión, la misma exasperada entrega a personajes y situaciones; también aquí, la forzosa incomunicación que padece el protagonista, el desencuentro del ser con su destino y, en última instancia, el fracaso esencial de los vínculos humanos. Pero LOS ADIOSES difiere de las obras mencionadas por ser, ante todo y sobre todo, una historia de amor. Un hombre modesto, instalado en un pueblo de las sierras, nos cuenta en primera persona cómo suceden los hechos. Nos da una versión cruel, agriamente resignada. A través de su relato se va desarrollando la acción del libro, a la manera caprichosa e insegura con que la vida -a veces induciéndonos a error, a veces ayudándonos a comprender mediante sobrecogedoras certidumbres- nos permite enterarnos de las peripecias ajenas-. Narrador y novelista -confundidos en uno solo- sustentan la íntima convicción de que la realidad debe expresarse del modo más fiel posible, con elaborado rigor, es decir, sin apegarse servilmente a ella. Y el trágico desenlace de la novela es algo así como un secreto llamado que nos invita, si no a reconciliarnos, a sobrellevar esforzadamente nuestro destino".
57 Ni este texto ni el siguiente que menciona se publicaron.
58 Se trata del artículo 'Quién de nosotros: un libro y una narrativa', Carlos Martínez Moreno, en Marcha, Montevideo, Nº 708, 12 de febrero de 1954. Recogido en Mario Benedetti, variaciones críticas. Edición a cargo de Jorge Ruffinelli. Montevideo, Libros del Astillero, 1974 y en Literatura uruguaya, Carlos Martínez Moreno. Montevideo, Cámara de Senadores, 1994.
59 La reseña escrita por Mario Benedetti sobre la novela entonces no se publica. Es probable que en los artículos redactados más tarde sobre Onetti haya sido refundida o aprovechada de algún modo. Bajo el título 'Juan Carlos Onetti, una lectura total' véase la reunión, ajustada, de todos los artículos de Benedetti sobre Onetti, en 45 años de ensayos críticos, Mario Benedetti. Montevideo, Cal y Canto, 1994: 134-175 (Recopilación y prólogo de Pablo Rocca). El artículo de Rodríguez Monegal apareció en Número, Año 6, Nº 26, marzo 1955: 107-109. Se trata del texto que reproducimos en esta entrega de 'Los Archivos de la Literatura Uruguaya' (Véase la correspondiente nota al pie del texto).
60 Primera y única pista, hasta ahora, sobre la fecha de redacción de Montevideanos. El libro, como se indicó en la nota 18, se publicó sólo en 1959, es decir cuatro años después de estar pronto o casi pronto. El volumen incluye un prólogo de Emir Rodríguez Monegal.
JUAN CARLOS ONETTI: Los adioses. Buenos Aires, Editorial Sur, 1954, 88 págs. (*)
Toda la historia está contada por un testigo: un almacenero, ex tuberculoso para quien el mundo está dominado por una triste y frustrada obscenidad. A través de su visión, morosa, canallesca, se desarrolla una doble historia de amor (un hombre entre su mujer y una muchacha) que culmina en la destrucción y en la muerte. Las figuras centrales del relato no son dadas nunca directamente; ni siquiera cuando se las muestra solas o cuando se evoca algún momento del pasado, se logra con ellas un contacto directo: todo lo que hacen o sienten, lo que piensan o proyectan, es obra del relator que contamina sus actos y motivos con la espesa sospecha de un alma para la que toda relación humana parte del sexo. El relator es tan omnipotente como el creador novelesco: es el creador, e impone su visión retorcida a los personajes y al lector.
Pero dentro de esta historia, Onetti ha interpolado otra, que desmiente las suposiciones del testigo y que devuelve su pureza al amor. Esta historia se revela súbitamente al final y obliga al lector a un cambio absoluto de perspectiva: es una conversión, en el sentido más literal de la palabra, y obliga a una reconsideración completa de la novela. En el repaso, se advierte que lo que se había tomado por verdad (la interpretación obscena del testigo) era una hipótesis posible; que ningún hecho la confirmaba (aunque tampoco la negaba); que sobre la dominante era posible superponer otra versión, más pura, más limpia.
La crítica (y yo mismo en Marcha, diciembre 10, 1954) ha hablado del punto de vista jamesiano y de la ambigüedad visible de un relato que soporta más de una interpretación coherente. Sin duda, Onetti ha buscado dar la historia desde el punto de vista del testigo para poder invertir luego los términos sin necesidad de cambiar el relato de los hechos; sin duda, hay uso y hasta tal vez abuso de la ambigüedad. Pero, por qué. La respuesta ya también ensayada, es que al contar la relación entre el hombre y la muchacha como si fuera una relación sexual, Onetti ha enfatizado la intimidad profunda y secreta de esa relación de un modo más eficaz que si hubiera revelado en la primera línea su verdadera naturaleza. Al fin y al cabo, aunque la muchacha no sea amante del hombre es, en el juego que lo separa de su legítima mujer, otra mujer. Y esto es lo que realmente quiere enfatizar la narración doble y ambigua.
Tantos planos de lectura (hay alguno más que omito ahora y traté in extenso en el artículo citado) indican claramente la naturaleza deliberada de esta nouvelle. Lo que esta consideración no parece revelar es la cualidad eminentemente legible de sus páginas. En ningún momento se siente la tensión de tantos planos encontrados. La historia fascina en su apariencia y recién al borde mismo de la conversión se advierte que lo que parecía obscenidad (trágica y sombría historia de sexo) se convierte en historia de amor, con una desolada perspectiva de chisme y corrupción general. Para el lector que sólo busca el deleite de la lectura, la nouvelle ofrece seguro premio. Porque la gran habilidad del autor consiste en escamotear la cuidadosa estructura narrativa de tal modo que sólo es perceptible a un cuidadoso análisis. El andamiaje técnico no es aparente y sólo existe para los técnicos.
Una palabra sobre el estilo. Onetti ha creado ya una manera. Se ha dicho y con razón que el testigo-relator escribe como Onetti, con la misma morosidad, la misma observación minuciosa del detalle significativo (pero que a fuerza de ser subrayado empieza a gastar su significación), la misma tendencia a destruir el mundo en pequeños fragmentos yuxtapuestos. Esto no importa. La coherencia y monotonía del estilo operan un efecto que es más grave: un efecto casi hipnótico sobre el lector. Sirven para comunicar sin fisuras una visión sórdida y obscena del mundo: la visión del testigo, curiosamente limitada y a través de la cual se alcanza como por transparencia otro mundo, más luminoso y entero, en el que viven realmente los personajes, los amantes. Ésa es también obra de estilo, de un estilo profundo y capaz de trascender la superficie amanerada.
Emir Rodríguez Monegal
(*) Publicado en Número, Montevideo, Año 6, Nº 26, marzo 1955: 107-109. Otra nota, anterior y más extensa sobre esta novela, había publicado Rodríguez Monegal en Marcha, Nº 744, 10 de diciembre de 1954, según él mismo se encarga en reiterar en esta ocasión. Este último texto fue el único de los dos escritos sobre Los adioses que recogió en libro, en el volumen Narradores de esta América. Montevideo, Alfa, circa 1962.
ONETTI: UN NOVELISTA QUE SE DESPIDE (*)
La técnica, dice Spengler, es una táctica. Es decir, una suma de recursos que se instrumentalizan y que adquieren valor cuando tienen una finalidad, un verdadero y profundo destino. Y estar destinado es tener sentido, cargar con un sentido o -por lo menos- buscarlo frenéticamente, con desesperación, interrogándose y ratificándose, confrontándose consigo mismo y con la vida, porque de lo contrario, la técnica se reduce a medio, a su empleo y no a su dirección, en tanto aquella no es finalidad sino supuesto y la mayoría de las veces hasta se confunde con el repertorio de los actos naturales.
En la última novela de Juan Carlos Onetti -Los adioses-, su dominio técnico (ya puesto de manifiesto en El pozo, en Tierra de nadie, en La vida breve) es tan seductor que el lector se deja atraer por el perfecto ensamblado de los engranajes, por la tácita eficacia de esas ruedas que giran en silencio, tan domesticadas en su movimiento que se da únicamente en relación a sus ejes, a sus pivotes. Accionan sin libertad, sin alternativas, sin posibilidad de decisión, sin verdadera realización. Todo el juego de esta novela está -por lo tanto- perfectamente determinado y la libertad se da fraccionada o tramposa: la llamada 'libertad interior', la supuesta 'libertad profunda'. En fin, esa libertad emboscada que permite gritar 'libertad' debajo de las cobijas o asegurar apasionadamente que 'uno hace lo que quiere en su casa'. O lo que es lo mismo, desplegar la aceitada, silenciosa e injustificada libertad de una rueda. Del que se despide y dice 'adiós', pero que al comenzar su marcha advierte que está prisionero de ese atractivo y mentiroso eje que es la técnica-técnica.
David Viñas
(*) Publicado en Contorno, Buenos Aires, Nº 3, setiembre de 1954: 13. Esta nota no había sido reproducida hasta ahora.
MARIO BENEDETTI - ESTA MAÑANA - Montevideo, 1949 (*)
Parece -al fin- que el cuento uruguayo como género literario ha cobrado una cierta madurez, una cierta diversidad; parece que su examen puede pasar de la pesquisa de influencias más o menos -mal o bien- intencionada. Los diez cuentos de Esta mañana de Mario Benedetti son inevitablemente desiguales: en cuerpo, en perfección, en intensidad. Se centran en su mayoría sobre un escenario urbano o suburbano, burocrático, pequeño-burgués. Sólo Insomnio se filia en el ambiente y lenguaje de nuestra difundida 'escuela chacarera'. Trasuntan algunos bien asimiladas lecturas: 'Como un ladrón' es fiel al inexorable Borges, tiene mucho de su cotizado ingenio, de su realismo servicial, de su heterodoxa e irónica teología. 'Una sección de cine' ejerce también el borgiano interés de la metapsíquica. De Mallea pudiera venir alguna elección de nombres, de títulos, algún visible artificio. Y otros parentescos, menos usuales, mentros transitados: ¿Bontempelli? ¿Dunsany?
Quizá sea 'El presupuesto' el punto más alto del volumen: un tema acendradamente actual y nacional, construido con gracia, con precisión, con integridad ejemplar. El término 'kafkiano' acorre enseguida, pero trátase de un kafkismo recreado desde la propia realidad caótica, desde el propio suelo circunstante. Esta historia misteriosa de un trámite financiero podría convertirse -con un poco de publicidad y buena suerte- en nuestra cifra sociológica de 1950, en nuestro Facundo breve, melancólico, informal. Con 'Idilio' ensaya Benedetti el monólogo interior, en verdad doble y sucesivo, con un tema también montevideanísimo: un matrimonio atropellado por una patota y un breve tránsito previo. Los dos discursos son sabrosos, tiernos, veraces, juiciosamente caseros. 'El huésped' tiene un interesante final no sostenido por el relato antecedente.
Hay en las ciento cincuenta y una páginas de Esta mañana un sostenido ingenio, que junto a la ternura y a la ironía que envuelven los cuentos en sus variables climas aportan una nota muy diferente a lo habitual del género. Las de la página 13 sobre la vestimenta, el niño de la 69, el negro y Clark Gable de las 108 y 109, las tres primeras de 'La vereda alta', los finales hábiles y rotundos de 'Esta mañana' y de 'Como siempre' son muestras cabales de una gracia natural, sin retorcimientos. Lástima que otras -pocas- expresiones resuden 'literatura': "uno tiene en las manos el color de su día: rutina o estallido" (pág. 15), "la estirada promesa de mi sombra" y "la agresiva frescura de la noche" (pág. 57), "las curvas y las corvas de su memoria" (pág. 68).
Tampoco resulta excusable decir -epigonalmente- que los cuentos de Esta mañana tienden una mano ancha -sin dejar de ser literarios- hacia el relato legible por el hombre común. Hemos mencionado ya 'El presupuesto', pero en todos hay una felicidad de contar muy diferente a la encarnizada y fatigosa disección de un eterno e ininteresante presente.
Carlos Real de Azúa
(*) Publicado en Escritura, Montevideo, Nº 8, diciembre de 1949: 135-136. Texto nunca recogido en libro ni, hasta ahora, reproducido en forma total.
ACLARACIÓN
La numeración de esta entrega de 'Los Archivos de la Literatura Uruguaya' se altera (hubiera correspondido el 2 y se numera como 4), a los efectos de la encuadernación ya anunciada. En los próximos meses se dará a conocer dos entregas más con textos e imágenes de Alfredo Mario Ferreiro, por lo cual prefiere mantenerse la consecutividad a fin de conservar la unidad en los textos de este autor.
Se reitera a los lectores que con el Nº 10 de esta serie coeditada por el Programa de Documentación en Literaturas Uruguaya y Latinoamericana e Insomnia, se ofrecerán las tapas para la encuadernación del primer tomo. 'Los Archivos de la Literatura Uruguaya' sale en el primer número de Insomnia de cada mes.