lunes

Los adioses

Pequeño gran libro que contiene una de las primeras novelas cortas -o cuento largo- del maestro uruguayo-porteño-madrileño, publicada por primera vez en 1954. Como ya es usual en esta colección llamada "Cara Cruz", la edición viene acompañada por una jugosa recopilación de ensayos, notas y entrevistas realizadas por diversos autores sobre el autor y su obra.



Sinopsis:



"Un hombre llega a una ciudad de las sierras, donde hacen su cura los tuberculosos. Pasiva pero firmemente se niega a asimilarse a esa vida de sanatorio, de alentada esperanza, que contamina toda la ciudad. Es taciturno, no acepta. Vive sólo para las dos cartas (el sobre manuscrito, el dactilografiado en la máquina de tipos gastados) que llegan regularmente y que son la vía por la que continúa comunicado con el mundo exterior. Un día llega una mujer, autora de una serie de cartas... Otro día, distinto, llega la de las cartas a máquina: es una muchacha fuerte, indestructible, viva: para ella, el hombre ha alquilado un chalet. Con la primera mujer, el hombre vive en el hotel de la «ciudad de las sierras»" (E. Rodríguez Monegal: Literatura uruguaya del medio siglo. Montevideo, 1966, p. 243).



Los adioses (1954)

martes

Mercedes Sosa

"Es un enorme error pensar que el gran cambio tiene que venir desde los partidos políticos. No, tiene que venir desde cada uno. Los seres humanos tenemos que aprender a respetarnos a nosotros mismos y después respetar a los demás. No sé quién dijo que primero tenemos que aprender a tolerar, pero que mejor que eso es aprender a respetar al otro"

lunes

Entrevista a Juan Carlos Onetti por Francisco Umbral

Un poco embarnecido por el tiempo, la cabeza de gran ofidio inteligente, la cabeza toda inteligencia, los ojos desbordados sin las gafas, la barba de dos días, el maestro querido de quince o veinte años, este Onetti en quien aprendió uno, cuando uno creía que aún servía para algo eso de aprender cosas, el secreto y la clave de la narración lírica, Juntacadáveres, El astillero, no sé, y ahora bebemos vino, que nos ha traído Verdes dos botellas.

-Hay gentes que no te quieren a vos, Umbral, yo siempre defiendo a Umbral, digo me gusta este escritor, y el mayor argumento crítico que me dan contra vos es que ganás plata, vos, que ganás mucha plata, eso es lo más profundo que me dicen.

Camino de Barajas, sol confuso de coches, allá afuera, Onetti aquí en su octavo, de camino he comprado unas flores para Dolly, unas rosas para Dolly, la florista era joven y fea, pero tenía buen culo, y el libro que Onetti no quiere, porque ya lo ha leído, y está como recién levantado, entre viejos grabados de Picasso, en una paz de hogar que suena a tiempo.

Yo me he echado a sus pies. Y juego con la perra, que ya me ama. La madurez es conseguir en unos minutos el amor de cualquier animal, pues que el poco amor del mundo anda disperso en bichos por la tierra. Juan Car los Onetti, el pelo que le va fal. tando, como a todos, los ojos como peces fuera de la pecera de las gafas, dulce embarnecimiento del maestro, la barba, el recién levantado, en su sillón de cuero, frente a la mañana, con un suéter frambuesa sobre la camisa, con calcetines cortos, muy cortos, y unas zapatillas de pana, raya atravesada.