lunes

HÉCTOR TIZÓN, voz y memoria de la puna

Ha muerto Héctor Tizón, que tuvo tiempo de escribir y publicar su Memorial de la Puna. Allí continuó y dejó abierta su obra retomando esas grandes historias mínimas, las de sus novelas, las de su tierra desértica. Ha muerto Tizón, no su literatura, y con la noticia ese último librito se lee cual testamento. "El olvido es más fuerte e irremediable que la muerte. Sólo está muerto aquéllo que definitivamente hemos olvidado", dijo. O escrbió.

Murió en Jujuy Tizón, donde eligió vivir. Magistrado, exiliado, ciudadano universal y de Yala, se eligió a éste último para hablarles a los otros. Desde esa experiencia eligió contar el mundo, desde esos hombres y mujeres que se enfrentan a ellos mismos en la soledad y el silencio. Es curioso, ahora, la contratapa de su último libro, el lugar en el que las editoriales exageran las virtudes de sus autores, le queda chica: "Ya es un hombre sabio al que la vida no le escamotea sus verdades", dice. Hacía rato lo era.

Había nacido, por casualidad, en Rosario de la Frontera, Salta, el 21 de octubre de 1929. Pero siempre su vida transcurrió en Yala. Allí pasó su infancia, y quizá allí mismo decidió que ese cruce entre el desierto y las yungas sería el teatro de operaciones para contar y contarse a sí mismo. Desde temprano, Tizón debió navegar entre dos lenguas, la de los libros y la quechua. Ni sus años en La Plata o en México, ni el exilio en España, o su carrera diplomática en Milán le cambiaron el foco. Su literatura se nutre también de esas experiencias, pero fluye siempre de su sangre alto peruana.

MERCEDES SOSA

miércoles

Astor Piazzolla

Astor Pantaleón Piazzolla  
Mar del Plata, 11 de marzo de 1921-Buenos Aires, 4 de julio de 1992