domingo

Carta abierta a mi nieto. Por Juan Gelman

Carta publicada en el semanario Brecha, Montevideo, el 23 de diciembre de 1998.
Esta carta había sido escrita por Juan Gelman en abril de 1995, cuando todavía no sabía que su nieto había podido nacer en Uruguay. Se enteró de esa posibilidad a finales de 1998 y empezó sus trámites con el presidente uruguay Julio María Sanguinetti en 1999.


 Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distancia. El estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno Floresta y los militares habían bautizado "el Jardín". Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron -y a vos con ella- cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar -así era casi siempre- a manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez, o periodista amigo de policía o militar. Había entonces una lista de espera siniestra para cada campo de concentración: Los anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisioneras que parían y, con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente después. Han pasado 12 años desde que los militares dejaron el gobierno y nada se sabe de tu madre. En cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que los militares rellenaron con cemento y arena y arrojaron al Río San Fernando, se encontraron los restos de tu padre 13 años después. Está enterrado en La Tablada. Al menos hay con él esa certeza.

martes

Caso Marita Verón: Todos los imputados absueltos por unanimidad

Tras una larga demora los jueces leyeron el veredicto por el juicio por Marita Verón. Susana Trimarco escuchó indignada el fallo que dejó absueltos por unanimidad a los 13 imputados. El abogado calificó como una vergüenza y "un acto de corrupción" la decisión de los magistrados. 
María Azucena Márquez, Irma Medina, José Fernando "Chenga" Gómez, Gonzalo "Chenguita" Gómez, Pascual Andrada, Juan Humberto Derobertis, Carlos Luna, Mariana Bustos, Daniela Milhein, Alejandro González, Víctor Rivero, María Inés Rivero y Cinthia Gaitán fueron absueltos por los jueces Alberto César Piedrabuena, Emilio Andrés Herrera Molina y Eduardo Antonio Romero Lascano. 
Si bien se conoció la decisión de los magistrados por la hora que era, pasadas las 21.00, decidieron dejar los fundamentos para otro momento. 
Susana Trimarco o alguno de sus representantes dará una conferencia de prensa en la sede de la Fundación Marita Verón. 
Frente a Tribunales hay gran cantidad de personas indignadas con la Justicia argentina. Hay cantos de "hijos de puta" o "se siente, se siente, Marita está presente. 
Al salir de la sala tras escuchar la sentencia que dejó libre de culpa y cargo a los 13 imputados el abogado de Susana Trimarco denunció un "acto de corrupción" y la madre de la joven desaparecida acusó a los magistradas de recibir dinero de los acuados: "Tapan todo con plata", acusó. 

jueves

Entrevista a Juan Carlos Onetti (Fragmentos)


Hacia febrero del 89, Onetti está en Madrid instalado en su cama etílica y una alemana inolvidable (otra que no es Dolly) le hace preguntas.



Barbel Martens: Leí ese cuento de la muchacha en el balneario ¿no se si lo recuerda?

Onetti: La niña de la bicicleta.

Barbel: Si. No podía sacármelo de la cabeza ¿Por qué tantas zonas negras? ¿Por qué asesinaste a esa niña?

Onetti: ¿Cómo voy a explicar los móviles de un autor?. Cuando uno se pone a escribir no sabe los porqués de lo que pasa. Tiene que ser así: sucede. Claro, es un momento negativo en el sentido del bien y del mal. (pausa larga) Je suis fatigué.

lunes

El derecho de soñar - Eduardo Galeano

Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000.

Tenemos una única certeza: si todavía estamos allí, ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.

Pero aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, por el derecho de soñar y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.

Asi que vamos a delirar, deliremos, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies:

En las calles, los automóviles serán pisados por los perros.

El aire estará limpio de los venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

martes

El álbum

La vi desde la puerta del diario, apoyado en la pared, bajo la chapa con el nombre de mi abuelo, Agustín Malabia, fundador. Había venido a traer un artículo sobre la cosecha o la limpieza de las calles de Santa María, una de esas irresistibles tonterías que mi padre llama editoriales y que una vez impresas quedan macizas, apenas ventiladas por cifras, pesando sensiblemente en la tercera página, siempre arriba y a la izquierda.
Era un domingo a la tarde, húmedo y caluroso en el principio del invierno. Ella venía del puerto o de la ciudad con la valija liviana de avión, envuelta en un abrigo de pieles que debía sofocarla, paso a paso contra las paredes brillosas, contra el cielo acuoso y amarillento, un poco rígida, desolada, como si me la fueran acercando el atardecer, el río, el vals resoplado en la plaza por la banda, las muchachas que giraban emparejadas alrededor de los árboles pelados.
Ahora caminaba por el costado del Berna, más joven, más pequeña dentro del abrigo desprendido, con una curiosa agilidad de los pies que no era transmitida a las piernas, que no alteraba su dureza de estatua de pueblo.

viernes

1964

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Jorge Luis Borges
Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986

miércoles

Mascarada

María Esperanza entró al parque por el camino de ladrillos que llevaba hasta el lago entre sombras de arboles y torcía justamente al llegar a la orilla chocando contra la luz de los reflectores, las espaldas todas negras de la gente que miraba deslizarse las lanchas con banderines y música, los danzarines en la isla artificial. Estaba cansada y los tacones, tan altos como nunca los había usado, le hacían arder un dolor como una herida en los tendones de los tobillos. Se detuvo; pero no era ahí, sentía sin saber por qué, que no era y además tenía miedo de aquellas caras absortas, graves o sonrientes, miedo porque eran caras tan semejantes a la suya misma bajo la violenta, blanca, roja y negra pintura con que la había cubierto, miedo de que las caras miraran comprendiendo su fraternidad y la miraran en seguida con odio por estar haciendo algo que no debía hacerse cuando se tenía una cara así, cuando se la había tenido, unas pocas horas antes, sin pintura y limpia frente al espejo, luminosa, alegre, con el cabello goteando agua y sin vergüenza.

lunes

HÉCTOR TIZÓN, voz y memoria de la puna

Ha muerto Héctor Tizón, que tuvo tiempo de escribir y publicar su Memorial de la Puna. Allí continuó y dejó abierta su obra retomando esas grandes historias mínimas, las de sus novelas, las de su tierra desértica. Ha muerto Tizón, no su literatura, y con la noticia ese último librito se lee cual testamento. "El olvido es más fuerte e irremediable que la muerte. Sólo está muerto aquéllo que definitivamente hemos olvidado", dijo. O escrbió.

Murió en Jujuy Tizón, donde eligió vivir. Magistrado, exiliado, ciudadano universal y de Yala, se eligió a éste último para hablarles a los otros. Desde esa experiencia eligió contar el mundo, desde esos hombres y mujeres que se enfrentan a ellos mismos en la soledad y el silencio. Es curioso, ahora, la contratapa de su último libro, el lugar en el que las editoriales exageran las virtudes de sus autores, le queda chica: "Ya es un hombre sabio al que la vida no le escamotea sus verdades", dice. Hacía rato lo era.

Había nacido, por casualidad, en Rosario de la Frontera, Salta, el 21 de octubre de 1929. Pero siempre su vida transcurrió en Yala. Allí pasó su infancia, y quizá allí mismo decidió que ese cruce entre el desierto y las yungas sería el teatro de operaciones para contar y contarse a sí mismo. Desde temprano, Tizón debió navegar entre dos lenguas, la de los libros y la quechua. Ni sus años en La Plata o en México, ni el exilio en España, o su carrera diplomática en Milán le cambiaron el foco. Su literatura se nutre también de esas experiencias, pero fluye siempre de su sangre alto peruana.

MERCEDES SOSA

miércoles

Astor Piazzolla

Astor Pantaleón Piazzolla  
Mar del Plata, 11 de marzo de 1921-Buenos Aires, 4 de julio de 1992

lunes

Jorge Luis Borges - Poema de los dones

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

Jorge Luis Borges
Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986

domingo

Un sueño realizado



Y yo me pasé todo ese montón de años aguantando tanta miserable gente, autores y actores y actrices y dueños de teatro y críticos de los diarios y la familia, los amigos y los amantes de todos ellos, todo ese tiempo perdiendo y ganando un dinero que Dios y yo sabíamos que era necesario que volviera a perder en la próxima temporada, con aquella gota de agua en la cabeza pelada, aquel puño en las costillas, aquel trago agridulce, aquella burla no comprendida del todo de Blanes:

Sentido de su ausencia


si yo me atrevo
a mirar y a decir
es por su sombra
unida tan suave
a mi nombre
allá lejos
en la lluvia
en mi memoria
por su rostro
que ardiendo en mi poema
dispersa hermosamente
un perfume
a amado rostro desaparecido

Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 29 de abril de 1936 - Ibíd., 25 de septiembre de 1972)

viernes

domingo

La música de Piazzolla, más clásica que nunca

Astor Piazzolla fue el equivalente argentino de Gershwin o Ellington. Sus composiciones son ideales para los músicos clásicos que quieren llegar a más público sin hacer concesiones. Piazzolla representa uno de los rarísimos casos en que un autor se desenvuelve de forma extraordinaria tanto en el mundo de la música popular, con sus tangos porteños, como en el de la música culta o clásica. Creó un nuevo género llamado tango sinfónico.

Un fantasma recorre el mundo: es el fantasma del crossover, ironiza un veterano arreglador, parafraseando la célebre frase inicial del Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Por crossover se entiende el caso de aquellos músicos especializados en una vertiente (por ejemplo, la música clásica) que incursionan en una vertiente distinta (por ejemplo, el tango).Precisamente lo que viene sucediendo con la música de Astor Piazzolla. Todo un fenómeno mundial, protagonizado por varias de las más destacadas figuras de la música clásica. En efecto, ni más ni menos que el director y pianista Daniel Barenboim, el violinista Gidon Kremer, los pianistas Emanuel Ax y Arthur Moreira Lima, el dúo de guitarras de los Hermanos Assad, el cuarteto de cuerdas Kronos y el chelista Yo-Yo Ma, entre otros, han grabado discos con música del gran compositor marplatense. Y representan la cresta de una ola entusiasta, imparable y creciente, movida por la fuerza expresiva de la música de Piazzolla.

Astor fue el equivalente argentino de Gershwin o Ellington. Sus composiciones son ideales para los músicos clásicos que quieren llegar a más público sin hacer concesiones. El Kronos Quartet tuvo, a diferencia de sus colegas, el privilegio de grabar Five tango sensations, una obra para bandoneón y cuarteto de cuerdas, con el propio Piazzolla como solista. El disco fue editado en 1991, y fue la última grabación realizada por Astor. Fue una experiencia fantástica, recuerda David Harrington, primer violín y fundador del Kronos.
"Era notable la intensidad de su concentración cuando tocaba. A pesar de que era mayor que nosotros, nos hizo sentir muy cómodos. Respetaba al grupo, nos escuchaba y lo escuchábamos. Fue un gran compositor. Su música no será igual sin él, pero permite distintas versiones sin que se debilite, porque es muy fuerte, como sucede con Beethoven o Stravinsky. Y creo que este fenómeno de nuevas grabaciones es muy bueno, porque habrá más gente escuchando música de Piazzolla".

jueves

Katherine y ellas

Las publicaciones europeas muestran que también por allá la literatura feminina crece, expandiendo sus armoniosas líneas: Mme. Simone es bautizada " la nueva George Sand". Otras estrellas surgen con su luz sonriente. Pero algo que comenzó con Katherine Mansfield permanece detenido: una verdadera literatura de mujer.

Aparte de su talento, K. Mansfield debe su triunfo a esto: por primera vez, y por última, hasta ahora –pese a la legión de bas-bleu anteriores y posteriores– una voz de mujer dijo de un alma de mujer. Katherine Mansfield tuvo mucho de milagro: no fue cursi, no fue erudita, no se complicó con ningún sobrehumano misticismo de misa de once. Otro secreto: era como los hombres se imaginan a las mujeres que aman.

Con esto de las doblemente bellas letras femeninas, está sucediendo algo curioso. Antes las mujeres se dedicaban casi exclusivamente a la poesía. Cantaban al amante, a Dios, a los árboles y a los recién nacidos. A unas les salía bien y a otras mal. Cada comarca tenía su poetisa oficial y todos muy contentos.

Pero ahora las cosas se han complicado. En cierto sentido, podría decirse que las mujeres son las nuevas ricas de la cultura. Aunque no sólo ellas, está claro. Hay superabundancia, plétora de mujeres intelectuales. Casi todas las muchachas que leen y escriben, se abruman con la obligación de hacer versitos y publicarlos.

Las que no sólo leen de corrido, las mujeres de sólida cultura que hasta dan conferencias y todo, ésas no se conforman con la estructuración de sonetos de catorce versos, describiendo la fuerza de perturbación erótica que poseen los ojos verdes del amado. Escriben sobre Cristo, Marx, el Cosmos o la técnica del autor del Bisonte de Altamira.

Y todo – que si se mira comprensivamente es ya bastante – empleando el estilo más tenebroso, espeso e imaginero que pueda concebirse. A razón de dos citas por párrafo y una pareja de adjetivos para cada nombre.

En esta excesiva riqueza, naufragaron las jerarquías. Ya no sabemos a ciencia cierta, como en los buenos tiempos pasados, cuál es nuestra primera poetisa, ni cuál la alta filósofa del Plata, ni qué blanca mano esgrime la vara máxima, severa y medidora de la Crítica.

Periquito el Aguador Marcha, Montevideo, 18-8-1939

Juan Carlos Onetti

Wislawa Szymborska, poeta de la memoria, la belleza y la condición humana

La poeta y crítica literaria Wislawa Szymborska, fallecida hoy en Cracovia y en cuya creación son temas recurrentes la memoria, la belleza y la condición humana, nació en Kornik, en la región de Poznan, el 2 de julio de 1923.
Szymborska, que a los ocho años se trasladó a Cracovia, se incorporó muy pronto al mundo literario de esta ciudad del sur de Polonia, para dedicarse por entero a la poesía.
Licenciada en Filosofía Polaca y en Sociología por la Universidad Jagelloniana de Cracovia, trabajó desde 1953 hasta 1981 como crítica en la revista "Zycie Literackie" ("Vida Literaria"), con la columna "Lectura no obligatoria", en la que comentaba libros de los más diversos temas, y también publicó en el influyente semanario "Tygodnik Powszechne" y en la sección de libros del periódico "Gazeta".
En cuanto a su propia obra, Szymborska debutó en 1945 con el libro "Busco las palabras"; en 1952 editó el poemario "Por eso vivimos" y posteriormente publicaría "Preguntas planteadas a una misma", en 1954, una obra en la que revela el carácter introspectivo de su obra.
Obras suyas son: "Llamada al Yeti" (1957), que los críticos consideran el momento clave de su poética pues a partir de entonces se aleja del realismo socialista; "Poemas escogidos" (1964), "Cien consuelos" (1967), "Poemas" (1970), "Por si acaso" (1972), "Poemas escogidos" (1973), "Tarsius y otros poemas" (1976), "Un gran número" (1977) y "Poemas escogidos II" (1983).
Posteriormente editó "La gente sobre el puente" (1986), " Poesía" (1987), recopilación de la mayor parte de su obra poética, "Velada del autor: Poemas" (1992) o "Fin y principio" (1993).
Szymborska tradujo a no pocos poetas franceses, sobre todo del período barroco. Asimismo, colaboró en la década de los ochenta, bajo el seudónimo de "Stancykowna", con la publicación polaca "Arka" y la revista parisiense del exilio "Kultura".
Sus obras representan las cumbres más altas de la poesía polaca contemporánea, junto a la de Czeslaw Milosz (que fue premio Nobel en 1980), Tadeusz Rozewicz y Zbigniew Herbert.
Se llegó a describir a Szymborska como la "Mozart de la poesía", dada su abundante inspiración y la maestría con que usaba las palabras.
Wislava Szymborska escribió una poesía reflexiva y moralizante, intimista, irónica y llena de paradojas, eligiendo siempre palabras "sencillas y claras", frecuentemente coloquiales.
De su poesía se desprende una consideración antropológica basada en la finitud humana, en la debilidad del hombre frente a la naturaleza, con el hombre en el centro de sus interrogantes, retomando de esa forma la tradición de la poesía realista polaca.
Sus obras han sido escasamente traducidas al español, en México antes que en otros países: en las revistas mexicanas "Plural", "Proceso" y "La Semana de Bellas Artes" y en varias antologías de los años setenta y ochenta.
En 2009, y tras años de silencio de la poeta, apareció en español, casi al mismo tiempo que su publicación en Polonia, el poemario "Aquí", editado por Bartleby y traducido por Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, director del Cervantes de Cracovia.
Dos años antes Igitur había publicado su libro "Dos puntos" y, en 2004, la misma editorial, el poemario "Instante".
Otros traductores suyos han sido Krystyna Rodowska, Jan Zych, Andrzej Sobol Jurczykowski, Karl Dedecius, Xaverio Ballester y Fernando Presa González. Su poesía cuenta en cambio con una gran cantidad de lectores en lengua alemana, inglés, francés, chino, japonés, árabe, hebreo y en las lenguas escandinavas.
Wislava Szymborska estaba en posesión del premio de Literatura de Cracovia (1954) y del Premio del Ministerio de Cultura de Polonia (1963). También ganó el premio Z. Kalenbach de la Fundación Koscielskich de Suiza, el Premio Goethe en 1991, el Premio Herder en 1995 y el del PEN Club polaco el 30 de septiembre de 1996.
El 3 de octubre de 1996 fue galardonada con el Nobel de Literatura 1996 por "la precisión irónica con la que ha iluminado fragmentos de la realidad humana en su contexto histórico e ideológico". El premio le fue entregado en Estocolmo el 10 de diciembre de 1996 por el rey Gustavo de Suecia.
Szymborska era una escritora discreta, tímida, retraída, que vivió alejada de los organismos institucionales y de los congresos de escritores de Polonia.

Fuente: ABC|01-02-2012

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Fin y principio - Wislawa Szymborska

Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.

Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.

Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.

Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.

Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.

A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.

Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.

Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.

Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.

En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.

martes

BALADA DE LA ALONDRA PERSUASIVA

En otra madrugada,
por vientos de ceniza,
obedecí al latido de la alondra.
El cielo no era cielo todavía.

La zona del hornero,
el tiempo de la encina
se inquietaban en lento aprendizaje
y el cielo no era cielo todavía.

Hubo un encantamiento
de flor y hierba fina,
un cauteloso antaño de rocío,
y el cielo no era cielo todavía.

Septiembre constelado
de dos campanas frías
rodaba por lugares de silencio
y el cielo no era cielo todavía.

En clima de obediencia
mi pulso recorría
todo un advenimiento de corolas
y el cielo no era cielo todavía.

No regresó conmigo
la alondra persuasiva
porque me desterró de su latido
cuando el cielo fue luz de mediodía.

María Elena Walsh
1 de febrero de 1930 – 10 de enero de 2011